martes, 16 de febrero de 2016

Psicología: La Música

¿Infuye la música en nuestro comportamiento,_en el aprendizaje? ¿Cómo lo haría? 
 Las razones por las que la música, como sonido que es, nos resulta tan próxima: el sistema auditivo nos permite recibir estímulos externos a los que reaccionamos antes de nacer y reconocemos inmediatamente después del nacimiento; somos capaces de recrear internamente algo que nosotros mismos imaginamos porque podemos percibir sin necesidad de que se produzcan cambios en la presión de las moléculas de aire.
Nuestro oído está diseñado en primera instancia para protegernos, advirtiéndonos, a través de los sonidos, de algo que puede resultar peligroso. No hace falta que estemos mirando un automóvil para sentir la corneta y subir a la acera. Además, el oído es uno de los sentidos que más rápidamente reacciona cuando estamos dormidos ya que junto con el olfato tiene un mecanismo de alerta que no se desactiva.
Sistema auditivo
Ilustración del Sistema auditivo extraída de www.umm.edu
La música es más compleja que un sonido aislado y por ello los estudios neurológicos la han utilizado para investigar en profundidad cómo funciona la percepción auditiva. Los experimentos con encefalograma han arrojado datos muy interesantes sobre cómo, al escuchar determinado tipo de música, cada individuo activa regiones concretas del cerebro relacionadas, en muchos casos, con las mismas áreas que se activan cuando sentimos miedo o un placer muy intenso. También han permitido determinar que: el oído tiene una gran capacidad de memoria que funciona como un enorme vademécum al que recurrimos para que nos ayude a explorar nuevos sonidos o nuevas músicas y que con pocos estímulos es capaz de activar más regiones cerebrales que el resto de sentidos.
Al activarse en el cerebro regiones no relacionadas propiamente con el sistema auditivo, se nos permite acumular experiencias que vivimos a partir de otros sentidos, de otros estados emocionales. Además, al necesitar tan poco para activarse, con sentir dos o tres notas de una melodía se mueven nuestros recuerdos no solo musicales sino también las vivencias relacionadas con ellos. Que la música nos mueve y nos conmueve no es nada nuevo. La diferencia entre los estudios actuales y los anteriores radica en que se da una explicación científica más profunda que pretende responder a cómo y por qué con la música se nos pone tantas veces la piel de gallina, se nos hace un nudo en la garganta, se nos llenan los ojos de lágrimas o nos entran ganas de saltar y gritar. La gran mayoría de los seres humanos no sienten tan a menudo estas sensaciones con otras manifestaciones artísticas como con la música. Por ese motivo se plantea la siguiente pregunta:

Cerebro y música
Imagen extraída de Tu cerebro y la música p.288

¿Se puede mejorar la apreciación y la comprensión musical sin estudiar música?

Apreciar y comprender poseen diferencias sustanciales que se pusieron de relevancia en las clases de Introducción a la música, con 183 estudiantes de Historia del Arte de la Universidad de Barcelona a lo largo de tres cursos académicos. En estas clases se explicaron los parámetros y los elementos musicales a través de metáforas, símiles y paralelismos con las artes visuales para que los estudiantes pudieran entender conceptos como, por ejemplo, sistema armónico modal, textura contrapuntística o principio rítmico aditivo. El resultado es que todos estos estudiantes fueron capaces de realizar un análisis más detallado de aquella música que escuchaban sirviéndose de un esquema dado y que llamamos ficha de características musicales. En todos los casos, aquellos que no tenían conocimientos musicales, se observó que, si sabían qué preguntas debían hacerse durante y después del proceso de escucha de una obra o fragmento, su atención era mayor; y aunque reconocieran que no les había gustado, podían llegar a apreciar y estimar el esfuerzo del compositor o del intérprete. Incluso diferenciaban y definían sin ninguna duda algunos elementos de la música como el tipo de dinámicas, el sistema armónico y la textura principal. En el caso de los estudiantes con conocimientos musicales a los que se había explicado en los mismos términos esta ficha de características musicales, se observó que su análisis era más profundo y no sólo describían el tipo de dinámicas sino que lo relacionaban con otros parámetros como por ejemplo la melodía o la estructura, definían con mayor precisión el sistema armónico y eran capaces de hablar de cómo estaba establecida la textura principal y qué cambios se producían en ella.
La conclusión a la que se llegó es que si entendemos la comprensión musical como la acción de penetrar en su conocimiento para poder entender e interpretar de una forma más precisa los parámetros y elementos musicales, es indispensable tener nociones avanzadas sobre lectura, entonación y ejecución instrumental. Sin embargo, si la apreciación musical es la acción de poder evaluar con un mínimo de rigor aquello que escuchamos, no hace falta tener nociones relacionadas con la lectura y la entonación musical, pero sí unas pocas ideas claras y concisas sobre análisis auditivo. Esto mejora en mucho la apreciación y la consideración de la música, especialmente la de aquella que no está dentro de nuestro gusto ni de lo que escuchamos habitualmente.

Esto es, precisamente, lo que hace que no podamos decir que la música es un lenguaje universal –no todo el mundo comprende toda la música– aunque sí podemos confirmar que la música es como una lengua pues, igual que éstas, utiliza esquemas. Unos esquemas que se pueden aprender de forma implícita a base de escuchar y comparar o de forma explícita aprendiendo qué parámetros y elementos son los que conforman esa música. Unos esquemas al fin y al cabo que nos proporcionan muy variados niveles de conocimiento sobre algo que a todos nos gusta: La música.

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