CUATRO FORMAS DE TOLERANCIA
El Maestro Hsing Yun nació en Jiangdu, en la provincia de Jiangsu, China, en 1927, e ingresó como novicio en un monasterio cerca de Nanjing a los doce años. Fue ordenado totalmente en 1941, y es el cuadragésimo octavo patriarca de la escuela Chan, Lin-Ji (Rinzai).
Durante la guerra civil, se trasladó a Taiwán y allí comenzó su promoción del Budismo Humanitario, un budismo que enseña que no hace falta “ir a otro lugar” para encontrar la iluminación, sino que los seres humanos podemos realizar nuestra verdadera naturaleza aquí y ahora, en este mundo. Cuando hacemos realidad el altruismo, la tolerancia, la compasión, la alegría y la ecuanimidad, estamos practicando los conceptos fundamentales del Budismo Humanitario, aquellas enseñanzas que Buda transmitiera para liberarnos del sufrimiento, y a la vez ayudando a todos los seres sentirse bien y por ende a nosotros mismos.
Fundó la orden budista internacional Fo Guang Shan cuyas 4 misiones son difundir la cultura, la educación y el servivio social a la par que la práctica religiosa. La BLIA -Asociación Internacional Luz de Buda-, organización de laicos a la Orden, también realiza numerosas obras de bien público. Siendo el Venerable Maestro Hsing Yun un franco defensor de la igualdad entre personas de todas las razas y creencias religiosas, Fo Guang Shan tiene el número más grande de monjas que cualquiera otra orden budista en la actualidad. Ha trabajado para mejorar el prestigio de la mujer en Taiwán, proporcionando y manteniendo oportunidades de educación y liderazgo.
La mayor fuerza de la humanidad, sostiene, no consiste en armas de fuego, puños, ni en poderío militar, sino en la capacidad de tolerancia. Todo tipo de fuerza debe inclinarse delante de quien tolera.
Los cuatro principios propuestos para la tolerancia son:
1. No responder a las blasfemias
Cuando somos insultados, provocados o acusados injustamente debemos responder con el silencio. Si respondemos de la misma forma cuando somos víctimas de la blasfemia, nos igualamos con aquellos que nos insultan, rebajando nuestro nivel. Si nos mantenemos en silencio usándolo como arma contra las blasfemias, evocando la conciencia de quien las pronunció, esta fuerza es, la del silencio, es considerablemente mayor.
2. Mantenerse en calma frente a los infortunios
Cuando nos encontramos con personas que nos quieren incomodar, derrumbar u oprimir, debemos enfrentarlas con calma, evitando cualquier confrontación. No responder con un puñetazo cuando se recibe uno, ni responder con un puntapié cuando se recibe otro, pues de esta confrontación nadie sale vencedor. Si la intención es buscar venganza de un odio momentáneo, no alcanzará el éxito de grandes hazañas.
3. Compasión frente a la envidia y el odio
Frente a la envidia y el odio de otros no debemos responder jamas con odio y envidia, sino con corazón abierto y alma compasiva, ofrecer nuestra amistad y mostrarles nuestra intención pacífica, demostrando así, con educación, nuestra superioridad.
4. Gratitud frente a las difamaciones
Si alguien lo insulta y difama, no se enoje con quien lo provocó, sino acuérdese de los beneficios que esa persona le proporcionó en el pasado y sea agradecido por eso. Principalmente, no se olvide de que en el fango más inmundo crece la impecable flor de loto. Cuanto más oscuro es el lugar, mayor es la necesidad de mantener encendida la luz del alma. Por lo tanto, ante las difamaciones, aquellos que nos difaman deben ser influenciados con ética, compasión y misericordia; solamente así la superaremos, con moralidad y tolerancia.
El verdadero vencedor tiene la fuerza de la tolerancia y el coraje de asumirla frente a los insultos, los atropellos y las opresiones.
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