"Sólo sé que no sé nada" Sócrates. Aprende a interrogar razonablemente, a escuchar con atención, a responder serenamente y a callar cuando no tengas nada que decir. Cuando esto aprendas estarás andando por la senda de la sabiduría.

jueves, 22 de septiembre de 2016

REFLEXIONES: El cofre de vidrio


EL COFRE DE VIDRIO


Érase una vez un ancianita que había perdido a su esposo y vivía sola. Había trabajado duramente como costurera toda su vida, pero los infortunios la habían dejado en bancarrota, y ahora era tan vieja que ya no podía trabajar.



Las manos le temblaban tanto, que no podía enhebrar una aguja, y la visión se le había nublado demasiado para hacer una costura recta.



Tenía tres hijos, pero los tres habían crecido y se habían casado, y estaban tan ocupados con su propia vida que sólo tenían tiempo para cenar con su madre una vez por semana.



La anciana estaba cada vez más débil, y los hijos la visitaban cada vez menos:



-Ya no quieren estar conmigo; se decía... 
- Tienen miedo de que yo me convierta en una carga para ellos.



Se pasó una noche en vela pensando qué sería de élla y al fin trazó un plan.



A la mañana siguiente, fue a ver a su amigo el carpintero y le pidió que le fabricara un cofre grande. Luego fue a ver a su amigo el cerrajero y le pidió que le diera un cerrojo viejo. Por último, fue a ver a su amigo el vidriero y le pidió todos los fragmentos de vidrio roto que tuviera.



La anciana llevó el cofre a su casa, lo llenó hasta el tope de vidrios rotos, le echó llave y lo puso bajo la mesa de la cocina.



Cuando sus hijos fueron a cenar, lo tocaron con los pies, y mirando bajo la mesa preguntaron:



- ¿Qué hay en ese cofre?



La ancianita respondió:



- ¡No, nada! Sólo algunas cosas que he ahorrado.



Sus hijos lo empujaron y vieron que era muy pesado. Lo patearon y oyeron un tintineo. Debe estar lleno con el dinero que ahorró a lo largo de los años susurraron. Deliberaron y decidieron turnarse para vivir con "la vieja"— como le decían—, y así custodiar el "tesoro".



La primera semana el hijo menor se mudó a la casa de la madre, la cuidó y le cocinaba con el mayor esmero. 
A la semana siguiente, lo reemplazó el segundo hijo, y la semana siguiente acudió el hijo mayor. Así siguieron por un tiempo.



Al fin la anciana nadre enfermó y falleció. Los hijos le hicieron un ostentoso funeral, pues creían que una fortuna les aguardaba bajo la mesa de la cocina, y podían costearse un gasto grande con "la vieja".



Cuando terminó la ceremonia, buscaron en toda la casa hasta encontrar la llave, y abrieron el cofre. Por supuesto, lo encontraron lleno de vidrios rotos.



- ¡Qué burla tan infame! exclamó el hijo mayor ¡Qué crueldad para con sus hijos! 
- ¿Pero, qué podía hacer? - preguntó tristemente el segundo hijo 
- Seamos sinceros. De no haber sido por el cofre, la habríamos abandonado hasta el final de sus días. Estoy avergonzado de mí mismo -sollozó el hijo menor -. Obligamos a nuestra madre a rebajarse al engaño, porque no observamos el mandamiento que ella con papá nos enseñó cuando éramos pequeños.



El hijo mayor muy enojado, volcó el cofre para asegurarse de que no hubiera ningún objeto valioso oculto entre los vidrios, y los desparramó en el suelo hasta vaciar el cofre.



Los tres hermanos miraron silenciosamente dentro y leyeron una inscripción que la madre les había dejado en el fondo: "Honrarás a tu padre y a tu madre"

martes, 20 de septiembre de 2016


LA BELLEZA DE LA VIDA

En tiempos remotos vivió una noble y prudente mujer, que gobernaba con justicia su rico y verde país. Al morir su esposo, su hijo se convirtió en el único amor de su vida. Lo amaba mucho más de lo que pueda decirse con palabras, y veía amorosamente cómo crecía el tierno e ingenuo joven y se convertía en un hombre robusto. Y no era ella la única que pensaba que era más hermoso que los demás.

Mientras los días iban convirtiéndose en años, la madre comenzó a notar una nube en la hermosa frente del joven que, sin razón aparente, se volvió taciturno y melancólico. Ni las impetuosas galopadas por las verdes colinas, ni las canciones melancólicas, ni las apasionadas miradas de las jóvenes de ojos negros al bailar, podían alejar sus negros humores ni borrar su tristeza.

Meditabundo y abatido, arrastraba su pesar hasta un alejado rincón de los jardines de la mansión y se entregaba a sus ensoñaciones melancólicas. Hasta que la buena madre ya no pudo soportar más la tristeza de su hijo.

-Hijo mío, ¿dime qué pensamientos dolorosos mortifican tu cabeza, qué penas impiden que en tus labios se dibuje una sonrisa?

-Madre, me gustaría contestarle con otra pregunta: ¿dónde está mi padre?

-¿Tu padre? -preguntó sorprendida la madre-. Pero… hace mucho tiempo que ha muerto.

-¿Muerto? ¿Qué significa eso? -preguntó el joven con ansiedad.

-Hijo mío, todos nosotros procedemos de la tierra y a ella debemos volver un día. Llegará el momento en que la buena Madre Tierra nos recibirá de nuevo en su seno. Eso, hijo mío, es lo que significa morir.

-No entiendo. Así que Dios que nos ha dado la vida, ¿lo hizo para volvérnosla a quitar? No, eso no es posible. Tiene que haber en la tierra un lugar donde exista la vida eterna y personas que no conozcan la muerte. Iré en busca de ese lugar a encontrar la inmortalidad. Madre querida, te ruego me perdones por dejarte, pero si me quedara, estoy seguro que moriría de pesar.

En vano le suplicó la pobre madre que permaneciera a su lado; en vano derramó amargas lágrimas; en vano se consumía en su dolor. Su hijo no cedió a sus súplicas. Un buen día la abrazó y se puso en camino en busca de la vida eterna.

Durante mucho, muchísimo tiempo el joven caminó por el mundo y visitó muchos países, y por ninguna parte encontró la tierra de la inmortalidad. Un día llegó a una llanura y sin árboles. Al mirar a lo lejos vio contra el claro cielo azul la figura de un venado inmóvil con la cornamenta erguida.

Al acercarse, el venado le preguntó:

-Joven, ¿qué buscas en esta tierra estéril?

-Busco el país de la inmortalidad.

-¿La inmortalidad? No existe semejante cosa. Pero, mira, ¿ves el cielo inmenso y azul sobre nosotros? Mi destino es permanecer inmóvil en esta llanura, hasta que mis cuernos lleguen al cielo. ¿Quieres quedarte conmigo todo este largo tiempo? Te prometo que durante todos esos años serás inmortal. Únicamente cuando mi misión haya sido cumplida, morirás.

-¡No, vale! -contestó el muchacho-. Ni siquiera cientos de siglos son la inmortalidad. Y yo quiero ser inmortal. Adiós, amigo.

Continuó su camino y poco después llegó a unas desnudas rocas, cuyas cimas se alzaban tanto que atravesaban las nubes. Y en la cima más alta, sobre un profundísimo barranco, estaba una gallina negra. El muchacho se empeñó día y noche para subir la escarpada montaña hasta que llegó a donde se hallaba la gallina.

-¿Por qué has venido? -le preguntó la gallina-. ¿Qué buscas en esta montaña olvidada de la mano de Dios?

-La inmortalidad -contestó el joven.

-¿La inmortalidad? No existe tal cosa. Pero, escucha: mira ese profundísimo barranco que se abre ante ti. Mi desventurado destino es permanecer aquí hasta que con mi pico quite todos los granos de arena y todos los granos de tierra de esta montaña y llene con ellos totalmente el barranco. Te invito a quedarte conmigo todo el tiempo que dure mi tarea. Te prometo que serás inmortal todo este tiempo.

-¡No, chica! -dijo el muchacho-. ¿Qué me importan a mí todos esos siglos? Yo busco la inmortalidad y algún día la encontraré. iAdiós! y de nuevo encaminó sus pasos hacia lo desconocido.

Después de andar miles y miles de kilómetros llegó hasta el fin del mundo.

Al llegar a una populosa ciudad vio un hermoso arco iris y buscó una de sus puntas; atravesó ríos, valles y montañas bajo el espléndido arco iris hasta contemplar un inmenso y maravilloso océano que se extendía ante él. Olas azules y transparentes rompían con fragor, espumas blancas salpicaban la arena de la playa y chocaban suavemente contra sus pies. Y lejos, muy lejos en la ilimitada distancia, más allá del fin del arco iris, a través de una niebla dorada y rosácea, brillaba una luz divina y maravillosa. Parecía estar llamándolo, acariciaba su alma, hacía latir con fuerza su corazón y lo atraía hacia ella.

En un instante el extasiado joven fue transportado hasta la otra orilla. Se vio en un reluciente y deslumbrante palacio y ante él, radiante en medio del brillo de infinitas piedras preciosas, vio a la más hermosa doncella que nunca hubiera visto.

No sabía quién podía ser, pero incluso las estrellas y los rayos del sol palidecían ante su deslumbrante belleza. Su voz llegó hasta él como el suave susurro del terciopelo sobre un lecho de seda.

-Bienvenido, muchacho, a mi reino eterno. Nací el primer día de la creación y he de permanecer aquí hasta el fin de los tiempos. Mientras permanezcas a mi lado, renunciando a la vida eterna, la muerte no te podrá alcanzar. Lograrás la inmortalidad. Porque yo soy la Belleza de la Vida.

El joven se quedó muy a gusto. Pasaron mil años y él, sin cansarse nunca de la belleza de ella, no apartaba los ojos de su maravilloso rostro.

Y pasaron más siglos. Pero, poco a poco, a lo largo de los tiempos, comenzó a dolerle el corazón, y un día le dijo a la hermosa diosa:

-Divina beldad, ¿cuántos años han pasado desde que vi por última vez a mi amada madre, las colinas y verdes valles de mi patria?

-¡Ah!, ya me doy cuenta -dijo la Belleza- de que la Madre Tierra no renuncia fácilmente a lo que le pertenece. Ve, pues; doblégate a la ley universal, cumple tu humano destino. Pero llévate este regalo en memoria mía: dos flores, una roja como la sangre y otra blanca como la leche. Si deseas vivir tu vida en la tierra otra vez para disfrutar los muchos años que has perdido contemplando mi belleza, no tienes más que oler la flor roja. Si llegas a entender la belleza de la muerte, lleva la flor blanca a tu nariz y aspira profundamente su olor.

Y tras despedirse de la divina Belleza de la Vida, el joven retornó al camino por el que había llegado. En su viaje de regreso vio la montaña sobre cuya cumbre todavía estaba el venado. Lo llamó, pero no obtuvo respuesta. Subió a la cima para verlo de cerca y al tocarlo su cuerpo se deshizo en polvo. Miró hacia abajo y no vio ni rastro del profundo barranco: estaba lleno de arena y de la tierra de la montaña. Aquella vieja gallina negra había cumplido su misión en la tierra y, por ende, había ganado la paz eterna.

Siguió andando y llegó hasta la tranquila llanura donde estaba el venado. Todo lo que quedaba era un blanco esqueleto y una calavera quemada por el sol de la que salían dos cuernos que, a través de las nubes, llegaban hasta la bóveda celeste. Igual que la gallina, también el venado había cumplido su misión en la tierra y ganado el merecido descanso eterno.

Por fin, llegó a su tierra natal. Pero, ¿qué es lo que veía? No reconocía ni a una sola persona, ni una sola casa. Donde una vez hubo tierras baldías, se alzaban ahora pueblos y ciudades bulliciosas. Personas desconocidas vestidas de modo extraño hablaban una lengua incomprensible y poblaban aquel país; y él no era capaz de entender nada de lo que decían. Allí estaban las montañas conocidas donde había visto la luz por primera vez, donde había crecido, donde había abandonado a su amada madre.

Pero, ¿dónde estaba ella? ¿Dónde la casa en que vivía con su madre? Ahora todo estaba abandonado, en ruinas, todo silencioso como una tumba y únicamente bloques
de piedra cubiertos de musgo eran testigos de la otrora mansión.

Lentamente se acercó todavía un poco más y vio con el corazón anhelante la antigua atalaya todavía erguida en la colina donde había cantarinas fuentes, donde resonaban dulces melodías y donde los pies de las muchachas en otro tiempo corrían por el engramado.

Corrió hacia la atalaya y se encontró con un anciano curvado por el peso de los años. El anciano estaba sentado sobre la lápida de una tumba, murmurando una plegaria con labios temblorosos.

-Dime, padre santo -dijo el joven atropelladamente, interrumpiendo el rezo de aquel hombre-. ¿No es este el lugar donde en otro tiempo vivía mamá, la gloriosa y gran gobernante de su pueblo con tanta justicia? Yo soy su hijo y único heredero. Si mi madre ya no vive, entonces yo soy ahora el gobernante.

El anciano le dijo, apenas puedo entender tus palabras, joven; no hablas nuestro idioma. Hablas igual que las antiguas crónicas. Hace tiempo que las estudié y por eso entiendo algo de lo que dices. Sí, existe una leyenda, no sé si es cierta, que cuenta que vivió una gran dama hace miles de años. Si no recuerdo mal, tenía un hijo -o, al menos, eso es lo que dice la leyenda- que se fue de su lado y desapareció sin dejar huellas. La madre murió con el corazón destrozado por la ausencia de su hijo y, al cabo de muy poco tiempo, sus propiedades se extinguieron con ella.

El muchacho guardó silencio mucho rato, mientras resbalaban por sus mejillas abundantes lágrimas de dolor. Por fin, alzó su lloroso rostro a los cielos y exclamó:

-¡Dios eterno secreto del tiempo! ¿Qué soy yo ahora? ¿Nada más que una leyenda olvidada?

Inmediatamente, sacó la flor roja, la acercó a su nariz y aspiró su fragante olor. Al instante envejeció; se convirtió en un anciano, débil y encorvado; sus vivos ojos se apagaron, su bronceada piel se secó y arrugó sobre sus viejos huesos. Ya no le quedaban fuerzas ni para llevar la mano hasta el bolsillo donde guardaba la flor blanca. Con un sordo murmullo llamó al viejo sacerdote:

-Pronto, padre, tome la flor blanca de mi bolsillo y acérquela a mi nariz, para que pueda aspirar su fragancia y conocer por fin las misteriosas delicias de la muerte.

Murió. Lo enterraron y volvió a la tierra de donde había venido, y nadie molestó su sueño. Pero sobre su tumba crecen todos los años dos flores: una roja y otra blanca.

Tomado de:
http://albalearning.com/audiolibros/cuentos/belleza.html
Adaptación: Prof Gonzalo V Solano L

jueves, 8 de septiembre de 2016

Valores: Ignacio Manuel Altamirano


Oh! ¡cuánto pensé en ti llenos los ojos
de lágrimas amargas! ... la existencia.
Fue ya un martirio, y erial de abrojos


El sendero del mundo con tu ausencia.


RECUERDOS

Se oprime el corazón al recordarte,
Madre, mi único bien, mi dulce encanto;
se oprime el corazón y se me parte,
y me abrasa los párpados el llanto.

Lejos de ti y en la orfandad, proscrito,
verte nomás en mi delirio anhelo;
como anhela el presito
ver los fulgores del perdido cielo.

¡Cuánto tiempo, mi madre, ha transcurrido
desde ese día en que la negra suerte
nos separó cruel!... ¡Tanto he sufrido
desde entonces, oh Dios, tanto he perdido,
que siento helar mi corazón de muerte!

¿No lloras tú también ¡oh madre mía!
Al recordarme, al recordar el día
en que te dije adiós, cuando en tus brazos
sollozaba infeliz al separarme,
y con el seno herido hecho pedazos,
aun balbucí tu nombre al alejarme?

Debiste llorar mucho. Yo era niño
y comencé a sufrir, porque al perderte
perdí la dicha del primer cariño.

Después, cuando en la noche solitaria
te busqué para orar, sólo vi el cielo,
al murmurar mi tímida plegaria,
mi profundo y callado desconsuelo.

Era una noche obscura y silenciosa,
sólo cantaba el búho en la montaña;
sólo gemía el viento en la espadaña
de la llanura triste y cenagosa.

Debajo de una encina corpulenta
inmóvil entonces me postré de hinojos,
y mi frente incliné calenturienta.

¡Oh! ¡cuánto pensé en ti llenos los ojos
de lágrimas amargas! ... la existencia.
Fue ya un martirio, y erial de abrojos
El sendero del mundo con tu ausencia.


Mi niñez pasó pronto, y se llevaba
mis dulces ilusiones una a una;
no pudieron vivir, no me inspiraba
el dulce amor que protegió mi cuna.

Vino después la juventud insana,
pero me halló doliente caminando
lánguido en pos de la vejez temprana,
y las marchitas flores deshojando
nacidas al albor de mi mañana.

Nada gocé; mi fe ya está perdida;
el mundo es para mí triste desierto;
se extingue ya la lumbre de mi vida,
Y el corazón, antes feliz, ha muerto.

Me agito en la orfandad, busco un abrigo
donde encontrar la dicha, la ternura
de los primeros días; ni un amigo
quiere partir mi negra desventura.

Todo miro al través del desconsuelo;
Y ni me alivia en mi dolor profundo
el loco goce que me ofrece el mundo,
ni la esperanza que sonríe en el cielo.

Abordo ya la tumba, madre mía,
me mata ya el dolor... voy a perderte,
y el pobre ser que acariciaste un día
¡Presa será temprano de la muerte!

Cuando te dije adiós, era yo niño:
diez años hace ya; mi triste alma
aún siente revivir su antigua calma
al recordar tu celestial cariño.

Era yo bueno entonces, y mi frente
nuy tersa aún tu ósculo encontraba...
Hace años, de dolor la reja ardiente
allí dos surcos sin piedad trazaba.

Envejecí en la juventud, señora;
que la vejez enferma se adelanta,
cuando temprano en el dolor se llora,
cuando temprano el mundo desencanta,
y el iris de la fe se descolora.

Cuando contemplo en el confín del cielo,
en la mano apoyando la mejilla,
mis montañas azules, esa sierra
que apenas a vislumbrar mi vista alcanza,

Dios me manda el consuelo,
y renace mi férvida esperanza,
y me inclino doblando la rodilla,
y adoro desde aquí la hermosa tierra
de las altas palmeras y manglares,
de las aves hermosas, de las flores,
de los bravos torrentes bramadores,
y de los anchos ríos como mares,
y de la brisa tibia y perfumada
do tu cabaña está mujer amada.

Ya te veré muy pronto madre mía;
ya te veré muy pronto, ¡Dios lo quiera!
Y oraremos humildes ese día
junto a la cruz de la montaña umbría,
como en los años de mi edad primera.

Olvidaré el furor de mis pasiones.
me volverán rientes una a una
de la niñez las dulces ilusiones,
el pobre techo que abrigó mi cuna.

Reclinaré en tu hombro mi cabeza
escucharás mis quejas de quebranto,
velarás en mis horas de tristeza
y enjugarás las gotas de mi llanto.

Huirán mi duda, mi doliente anhelo.
recuerdos de mi vida desdichada;
que allí estarás, ¡oh ángel de consuelo!
pobre madre infeliz... ¡madre adorada!.

Ignacio Manuel Altamirano



lunes, 5 de septiembre de 2016

Valores: Enrique González Martínez

No desdeñes al pájaro de argentina garganta
que se queja en la tarde, que salmodia a la aurora.

"Desciende a las profundidades de ti mismo, 
y logra ver tu alma buena.
 La felicidad la hace solamente uno mismo 
con la buena conducta"
Sócrates

Estos tres poemas te ayudarán a descender a tus profundidades:



BUSCA EN TODAS LAS COSAS. . .

Busca en todas las cosas un alma y un sentido oculto; 
no te ciñas a la apariencia vana;
husmea, sigue el rastro de la verdad arcana,
escudriñante el ojo y aguzado el oído.

No seas como el necio, que al mirar la virgínea
imperfección del mármol que la arcilla aprisiona,
queda sordo a la entraña de la piedra, que entona
en recóndito ritmo la canción de la línea.

Ama todo lo grácil de la vida, la calma
de la flor que se mece, el color, el paisaje.
Ya sabrás poco a poco descifrar su lenguaje. . .
¡Oh divino coloquio de las cosas y el alma!

Hay en todos los seres una blanda sonrisa,
un dolor inefable o un misterio sombrío.
¿Sabes tú si son lágrimas las gotas de rocío?
¿Sabes tú qué secreto va contando la brisa?

Atan hebras sutiles a las cosas distantes;
al acento lejano corresponde otro acento.
¿Sabes tú donde lleva los suspiros el viento?
¿Sabes tú si son almas las estrellas errantes?

No desdeñes al pájaro de argentina garganta
que se queja en la tarde, que salmodia a la aurora.
Es un alma que canta y es un alma que llora. . .
¡Y sabrá por qué llora, y sabrá por qué canta!

Busca en todas las cosas el oculto sentido;
lo hallarás cuando logres comprender su lenguaje;
cuando sientas el alma colosal del paisaje
y los ayes lanzados por el árbol herido. . .

*****

TUÉRCELE EL CUELLO AL CISNE.

Tuércele el cuello al cisne de engañoso plumaje
que da su nota blanca al azul de la fuente;
él pasea su gracia no más, pero no siente
el alma de las cosas ni la voz del paisaje.

Huye de toda forma y de todo lenguaje
que no vayan acordes con el ritmo latente
de la vida profunda. . .y adora intensamente
la vida, y que la vida comprenda tu homenaje.

Mira al sapiente búho cómo tiende las alas
desde el Olimpo, deja el regazo de Palas
y posa en aquel árbol el vuelo taciturno. . .

El no tiene la gracia del cisne, mas su inquieta
pupila, que se clava en la sombra, interpreta
el misterioso libro del silencio nocturno.

*****

CUANDO SEPAS HALLAR UNA SONRISA. . .

Cuando sepas hallar una sonrisa
en la gota sutil que se rezuma
de las porosas piedras, en la bruma,
en el sol, en el ave y en la brisa;

cuando nada a tus ojos quede inerte,
ni informe, ni incoloro, ni lejano,
y penetres la vida y el arcano
del silencio, las sombras y la muerte;

cuando tiendas la vista a los diversos
rumbos del cosmos, y tu esfuerzo propio
sea como potente microscopio
que va hallando invisibles universos,

entonces en las flamas de la hoguera
de un amor infinito y sobrehumano,
como el santo de Asís, dirás hermano
al árbol, al celaje y a la fiera.

Sentirás en la inmensa muchedumbre
de seres y de cosas tu ser mismo;
serás todo pavor con el abismo
y serás todo orgullo con la cumbre.

Sacudirá tu amor el polvo infecto
que macula el blancor de la azucena,
bendecirás las márgenes de arena
y adorarás el vuelo del insecto;

y besarás el garfio del espino
y el sedeño ropaje de las dalias. . .
y quitarás piadoso tus sandalias
por no herir a las piedras del camino.

     Enrique González Martínez

Reflexiones: Prefiero


Prefiero

Prefiero observar a un maestro
que oír a uno cualquier día;
prefiero tener a uno caminando conmigo
que simplemente mostrándome el sendero.

El ojo es mejor discípulo
y está más dispuesto que el oído.

Un buen consejo confunde,
pero siempre es claro el ejemplo vivido.

Y los mejores maestros son aquellos que practican lo que dicen;
porque ver la verdad de Dios en acción
es lo que todos realmente queremos.

Puedo aprender rápidamente
cómo hacerlo si tú me lo muestras hecho.
Puedo ver tu vida en acción,
pero tal vez no comprenda todo lo que dices.

Tus clases y relatos pueden ser muy acertadas;
pero prefiero aprender mis lecciones observando lo que haces.

Quizá malentienda un gran consejo;
pero no hay malentendidos en cómo actúas y vives.
¡Prefiero observar a un maestro que oír a uno cualquier día!

viernes, 2 de septiembre de 2016

Valores: Manuel María Flores



AMÉMONOS

Buscaba mi alma con afán tu alma,
buscaba yo la virgen que mi frente
tocaba con su labio dulcemente
en el febril insomnio del amor.

Buscaba la mujer pálida y bella
que en sueño me visita desde niño,
para partir con ella mi cariño,
para partir con ella mi dolor.

Como en la sacra soledad del templo
sin ver a Dios se siente su presencia,
yo presentí en el mundo tu existencia,
y, como a Dios, sin verte, te adoré.

Y demandando sin cesar al cielo
la dulce compañera de mi suerte,
muy lejos yo de ti, sin conocerte
en la ara de mi amor te levanté.

No preguntaba ni sabía tu nombre,
¿En dónde iba a encontrarte? lo ignoraba;
pero tu imagen dentro el alma estaba,
más bien presentimiento que ilusión.

Y apenas te miré... tú eras ángel
compañero ideal de mi desvelo,
la casta virgen de mirar de cielo
y de la frente pálida de amor.

Y a la primera vez que nuestros ojos
sus miradas magnéticas cruzaron,
sin buscarse, las manos se encontraron
y nos dijimos "te amo" sin hablar.

Un sonrojo purísimo en tu frente,
algo de palidez sobre la mía,
y una sonrisa que hasta Dios subía...
asi nos comprendimos... nada más.

¡Amémonos, mi bien! En este mundo
donde lágrimas tantas se derraman,
las que vierten quizá los que se aman
tienen yo no sé que de bendición.
dos corazones en dichoso vuelo.

¡Amémonos, mi bien! Tiendan sus alas
amar es ver el entreabierto cielo
y levantar el alma en asunción.

Amar es empapar el pensamiento
en la fragancia del Edén perdido;
amar es... amar es llevar herido
con un dardo celeste el corazón.

Es tocar los dinteles de la gloria,
es ver tus ojos, escuchar tu acento,
en el alma sentir el firmamento
y morir a tus pies de adoración.

Manuel Maria Flores

jueves, 1 de septiembre de 2016

VALORES: Juan de Dios Peza



Mi padre
Juan de Dios Peza

Yo tengo en el hogar un soberano,
único a quien venera el alma mía;
es su corona su cabello cano,
la honra su ley y la virtud su guía.

En lentas horas de miseria y duelo,
lleno de firme y varonil constancia,
guarda la fé con que me habló del cielo
en las horas primeras de mi infancia.

La amarga proscripción y la tristeza
en su alma abrieron incurable herida;
es un anciano, y lleva en su cabeza
el polvo del camino de la vida.

Ve del mundo las fieras tempestades,
de la suerte las horas desgraciadas,
y pasa, como cristo el Tiberiades,
de pie sobre las ondas encrespadas.

Seca su llanto, calla sus dolores,
y sólo en el deber sus ojos fijos,
recoge espinas y derrama flores
sobre la senda que trazó a sus hijos.

Me ha dicho: "A quien es bueno, la amargura
jamás en llanto sus mejillas moja:
en el mundo la flor de la ventura
al mas ligero soplo se dehoja.

"Haz el bien sin temer al sacrificio,
el hombre ha de luchar sereno y fuerte,
y halla quien odia la maldad y el vicio
un tálamo de rosas en la muerte.

"Si eres pobre confórmate y sé bueno;
si eres rico protege al desgraciado,
y lo mismo en tu hogar que en el ajeno
guarda tu honor para vivir honrado."

"Ama la libertad, libre es el hombre
y su juez más severo es la conciencia;
tanto como tu honor guarda tu nombre,
pues mi nombre y mi honor forman tu herencia".

Este código augusto, en mi alma pudo
desde que lo escuché, quedar grabado;
en todas las tormentas fue mi escudo,
de todas las borrascas me ha salvado.

Mi padre tiene en su mirar sereno
reflejo fiel de su conciencia honrada;
¡cuánto consejo cariñoso y bueno
sorprendo en el fulgor de su mirada!

La nobleza del alma es su nobleza;
la gloria del deber forma su gloria;
es pobre, pero encierra su pobreza
la página más grande de su historia.

Siendo el culto de mi alma su cariño,
la suerte quiso que al honrar su nombre,
fuera el amor que me inspiró de niño
la más sagrada inspiración del hombre.

Quiera el cielo que el canto que me inspira
siempre sus ojos con amor lo vean,
y de todos los versos de mi lira
éstos los dignos de su nombre sean.

miércoles, 31 de agosto de 2016

Vslores: Vladimir Maiakovski


Vladimir Maiakovski

Y De Todos Modo

La calle se ha hundido como la nariz de un sifilítico.
El río es voluptuosidad que se prolonga en saliva.
Lanzando su ropa interior hasta la última hoja 
los jardines yacen derrengados obscenamente en junio. 

Salgo a la plaza,
me pongo en la cabeza 
la calle ardiente, como una peluca roja. 
Los peatones me eluden con temor: en mi boca 
agita las piernas un grito a medio masticar. 

Pero no oiré un reproche, no escucharé ladridos,
y habrá flores a mis pies como a los de un profeta, 
porque ustedes, narices hundidas, lo saben muy bien: 
yo soy su poeta. 
¡Vuestro juicio final me da tanto miedo como una taberna!
Pero tan sólo a mí, a través de edificios en llamas,
me sacarán en andas las prostitutas como a efigie sagrada, 
y me mostrarán a Dios en su descargo. 

¡Y Dios llorará leyendo mi brevísimo libro!
Hecho de temblores en compactado ovillo, no de palabras; 
y echará a correr por el cielo estrechando mis versos 
y los recitará a sus amigos conteniendo el aliento.

Vladimir Maiakovski
Poeta ruso nacido en la aldea georgiana de Bagdadi en julio de 1893.
Al fallecer su padre en 1906, se trasladó con su familia a Moscú, donde pronto suspendió sus estudios para vincularse a la política.
Maïacovski constituye un fenómeno extraordinario de la poesía rusa. Valiente, ingenioso, brillante polemista, talentoso pintor y artista de cine, fue el símbolo de la poesía innovadora del siglo XX.
Como ensayista brilló con fuerza excepcional, escribiendo múltiples textos en los que siempre defendió su posición revolucionaria, convirtiéndose en "representante plenipotenciario" del comunismo en el extranjero. El gran amor de su vida, Lili Brik, a quien le dedicó su más famosa obra y los viajes realizados a Francia y Estados Unidos dejaron una honda huella en su poesía.
Después de una vida de lucha y sacrificio, víctima de un amor imposible, y sintiéndose derrotado y abandonado, se quitó la la vida en el año de 1930. 

Poemas de 1912 a 1917:
(Versiones de Lila Guerrero)

¡A Lilita!

En vez de una carta

En vez de una carta.
El humo del cigarrillo consumía el aire,
El cuarto parecía un capítulo
del "Infierno" de Kruchoni¹.
¿Recuerdas,
detrás de esta ventana,
por primera vez,
acaricié tus manos extasiado?
Hoy, sentado estoy,
y tengo el corazón aprisionado.
Pasarán los días,
y tal vez,
me echarás, insultándome.
Ya no entraré en el oscuro pasillo de tu casa,
con las manos temblando.
Saldré por fin,
y arrojaré mi cuerpo a la calle,
salvaje,
enloquecido,
desgarrándome desesperado.
No hace falta eso, querida,
mi buena amiga,
mejor despidámonos ahora.
Igual mi amor,
será una cadena que colgará siempre de ti, adonde vayas.
Déjame llorar en un último grito,
la amargura de mis quejas ofendidas.
Si a un buey lo matan de trabajo,
se echará a descansar sobre la hierba fresca.
Para mí,
más que tu amor, no me consuela nada.
Y tu amor ni con el llanto me otorga algún descanso.
Si el elefante busca reposo
se acostará solemne sobre la arena ardiente.
Para mí,
No hay otro sol más que tu amor,
aunque no sepa dónde estás, ni con quién.
Si así viviese atormentado el poeta,
cambiaría el dinero y la gloria por su amada,
mas para mí,
no hay sonido más alegre,
que el sonido de tu nombre amado.
Y no me arrojaré al abismo,
y no tomaré veneno,
y no podré apretar el gatillo en las sienes.
Para mí,
tu mirada,
tiene más fuerza y poder,
que el filo de cualquier navaja.
Mañana olvidarás,
que yo te he coronado,
que el alma florecida la he consumido de amor.
Días de trajín barrearán el carnaval desordenado,
y las cuartillas de mis versos se perderán.
..
Acaso alguna vez mis páginas, cual hojas secas
te obligarán a detenerte,
a respirar con avidez.
Déjame,
aunque más no sea,
alfombrar con mi última amargura,
tu paso que se aleja.

* * * * *

A mí, al autor, dedico estos versos

Cuatro,
pesadas como un golpe.
Al César lo que es del César,
y a Dios lo que es de Dios,
y al que es como yo,
¿dónde se mete?
¿Dónde estará listo ese ataúd?
Si yo fuera pequeño,
como el océano grande,
parado de puntas,
en las crestas de las olas,
en flujo nocturno,
acariciaría la luna,
¿Dónde hallar una amada
que a mi se parezca?
Esa no cabe en este cielo pequeño.
¡Oh, si yo fuera mísero,
como un millonario!
¿Qué es para el alma el dinero?
¡Un ladrón insaciable!
A mis deseos de horda desenfrenada,
no alcanza el oro de todas las Californias.
Si yo fuera tartamudo,
como Dante o Petrarca,
le encendería sólo a ella el alma,
y ordenaría que con mis versos se consuma,
y mi palabra,
y mi amor,
como un arco de triunfo,
suntuoso,
dejaría pasar,
las amantes de todos los siglos.
¡Oh, si yo fuera como el trueno callado,
galopando,
haría estremecer la tierra envejecida!
¡Sí!

Con todo el poder de mi voz,
arrancaré un grito enorme,
y los cometas romperán sus colas encendidas,
cayendo de tristeza.
Yo mordería la noche,
con los rayos de mis ojos,
¡Oh, si yo fuera,
opaco como el sol,
mucha falta me hace su resplandor,
no daría mi brillo a esta tierra absurda,
y pasaría arrastrando mi amor astro!
¿En qué noche,
delirante y terrible,
me han parido?
¿Qué Goliath me ha engendrado,
tan grande,
y tan desdeñado?

Escrito en 1916 y publicado en 1918 en el almanaque de poesías
"El salón primaveral de los poetas".

* * *

Barato se liquida

A ti, mujer,
a quien enredo en conmovedora aventura,
o a ti, transeúnte, a quien miro simplemente.
Todos pasan temerosos apretando los bolsillos.
¡Ridículos!
¡A los pobres,
qué pueden robarles!
Pasarán los años
lo sabrán ustedes,
tal vez, yo,
candidato a dos metros de la morgue municipal,
soy infinitamente más rico,
que cualquier Pierpont Morgan.
Al cabo de tantos y tantos años,
ya no viviré,
moriré de hambre,
o un tiro me pegaré
a mí,
al de fuego,
me estudiarán los profesores,
hasta los puntos y las comas,
y hablarán de dónde y cómo,
y cuándo vivió y nació...
Y desde la cátedra,
un idiota de frente saliente,
recordará a Dios o al demonio.
Se inclinará la muchedumbre,
adorándome inquieta,
y no me reconocerán.
Yo no soy yo.
Dibujarán una cabeza,
con cuerpo o con aureola,
y todas las estudiantes,
antes de dormirse,
soñarán acostadas sobre mis versos.
Soy pesimista -dicen-
¡Ya lo sé!
¡Siempre habrá aprendices en la tierra!
Pero al fin,
escuchádme:
todo lo que posee mi alma,
todo,
¿a ver quién se atreve a medir esta hondura?
Toda la maravilla,
que en la eternidad adornará mi paso,
y aún mi propia inmortalidad,
que tronando por todos los siglos,
juntará a mis admiradores de rodillas,
en el mundo y siempre,
¿todo eso quieren?
lo doy enseguida,
por una sola palabra,
cariñosa,
humana.
¡Gente!
¡Venid, levantando polvo por las avenidas,
aplastando cuerpos, pisando rostros!
Venid de toda la tierra.
hoy,
en San Petersburgo,
en la calle Nadiézda¹
por menos de un kopek²
se liquida una valiosísima corona,
por una palabra humana.
¿Barato, verdad?
¡Anda,
prueba encontrarla!

¹Calle donde vivió Mayakovski
² Moneda rusa que equivalía a un céntimo

Publicado en la revista "El Nuevo Satiricón" en 1916

* * *

El violín y algo nervioso

El violín se estremecía, imploraba,
y sollozó de súbito,
tan infantil
que el tambor no se contuvo;
-¡Bien, bien, bien!
Y cansado, sin escucharlo hasta el fin
desapareció por la agitada calle Kusnieski¹
La orquesta escuchaba indiferente,
el llanto del violín,
sin palabras, ni compases,
sólo un plato tonto repicó:
-"¿Qué es eso?
-¿Cómo es eso?"
Cuando el Xilofón,
con el rostro de bronce
sudado,
gritó:
-"¡Tonta!
¡Llorona!
¿Por qué no te callas?".

Me levanté!
Tambaleando pasé entre las notas
ante el agachado horror de los pupitres,
y grité, no sé por qué:
-"¡Dios mío!"
y me arrojé al cuello de madera.
-"¿Sabe, violín, una cosa?
Somos terriblemente parecidos.
Yo también grito,
y no sé demostrar nada.

Los músicos se reían:
-"¡Qué metejón!
Se fue con la novia de madera
¡Cómo tiene la cabeza!
Y a mí qué me importa...
Yo soy bueno.
-"¿Sabe, violín, una cosa,
Vamos a vivir juntos?
¿Eh?"

¹Calle donde vivió Mayacovski.
Publicado en la revista "El teatro y la caricatura" en 1914

* * *

¡Escuchen!

¡Escuchen!
¿Si las estrellas se encienden,
quiere decir que a alguien les hace falta,
quiere decir que alguien quiere que existan,
quiere decir que alguien escupe esas perlas?

Alguien, esforzándose,
entre nubes de polvo cotidiano,
temiendo llegar tarde,
corre hasta llegar hasta Dios,
y llora,
le besa la mano nudosa,
implora,
exige una estrella,
jura,
no soportará un cielo sin estrellas,
luego anda inquieto,
pero tranquilo en apariencia,
le dice a alguien:
"¿Ahora estás mejor, verdad?
¿Dime, tienes miedo?"
¡Escuchen!
¿Si las estrellas se encienden,
quiere decir que a alguien les hace falta,
quiere decir que son necesarias,
quiere decir que es indispensable,
que todas las noches,
sobre cada techo,
se encienda aunque más no sea una estrella?

Publicado en "La revista de los futuristas" en 1913.

* * *

Himno al crítico

De la pasión de un cochero
y una lavandera charlatana,
nació un hijo mediocre.
El niño no es una basura, no se puede arrojar al tacho.
La madre lloró y lo llamó Crítico.

El padre recordando sus antecesores,
gustaba discutir los derechos de maternidad.
Tenía educación de salón, de sociedad.
El chico debía inclinarse de pura humildad.

Como charla el sereno con la cocinera,
charlaba la madre y lavaba calzones.
De la madre heredó el chiquillo el olor,
y la capacidad de meterse fácil y con jabón.

Cuando creció alto como un bastón,
y las pecas salpicaron su rostro,
con un golpe elegante y feroz,
lo echaron a la calle, para que se haga hombre.
¿Acaso le hace falta mucho al hombre? Un montón.

Unos pantalones largos y un bocado de pan,
con su nariz como moneda de cobre,
desde sus primeros años le tomó al dinero el olor agradable.

A no sé qué propietario, de no sé qué estancia,
fue a golpearle la puerta con delicadeza,
y muy pronto, el Crítico de la famosa estancia,
ordeñó palabras, pan y una corbata de gran prestancia.

Fácil es ahora andar por el mundo vestido y calzado.
A los jóvenes buscadores de juegos exquisitos,
dá gusto, aunque sea con unos párrafos,
morderlos con los dientes, y los carrillos ardientes.
Pero si se cuela en la red del diario,
alguna palabra sobre la grandeza de Pushkin o Dante
parece que en el diario se descompone,
un enorme lacayo repugnante.
Y cuando, por último, en un aniversario,
se frotan los ojos entre espirales de incienso,
su nombre aparecerá el primero, barnizado,
y brillando en una tabaquera flamante.

Publicado en el año 1915, junto con la serie de
a la Salud, al Almuerzo.

* * *



La blusa fatua


Yo me haré pantalones negros,
del terciopelo de mi voz,
y una blusa amarilla,
de tres metros de atardecer,
y pasaré por la mundial avenida Nievski¹
por sus lustrosas veredas,
compadreando con paso fatuo de Don Juan.


Dejen que la tierra gima en descanso amujerado.
"¡Tú las primaveras verdes las vas a violar!"
Yo le diré al sol, mostrando los dientes:
-¡Sobre el asfalto liso, me gusta compadrear!


Será porque el cielo está muy celeste,
y la tierra, mi amante, está limpia y de fiesta,
yo les regalo mis versos alegres, como un bi-ba-bó,
necesarios y agudos como cepillo de dientes.


Mujeres amantes de mi carne,
y esa niña que fraternalmente me mira.
Cubridlo de sonrisas al poeta,
que yo las bordaré, cual flores,
en mi blusa,
amarilla,
de fatuo.


Escrito en 1913, publicado por primera vez en la revista de
"Futuristas Rusos" en 1914.
El origen de esa blusa según el propio poeta, es el siguiente:
"cierta vez a falta de corbata, me puse una cinta amarilla y
tuve mucho éxito. Entonces decidí hacerme una camisa del
color de la corbata: el éxito fue escandaloso.
es el siguiente: "cierta vez a falta de corbata, me puse una cinta
amarilla y tuve mucho éxito. Entonces decidi hacerme una camisa
del color de la corbata: el éxito fue escandaloso"

Poemas de 1917 a 1930:
(Versiones de Lila Guerrero)

Amo

Escrito en 1922, dedicado a Lili Brick. Es
de carácter autobiográfico.


1. Comunmente es así

El amor le es dado a cualquiera
pero...
entre el empleo,
el dinero y demás,
día tras día,
endurece el subsuelo del corazón.
Sobre el corazón llevamos el cuerpo,
sobre el cuerpo la camisa,
pero esto es poco.
Sólo el idiota,
se pone los puños,
y el pecho lo cubre de almidón.
De viejos se arrepienten.
La mujer se maquilla.
El hombre hace ejercicios con sistema Müller,
pero ya es tarde.
La piel multiplica sus arrugas.
El amor florece,
florece,
y después se deshoja.

* * *

2. De niño

Yo fui agraciado en el amor, sin límites.
Pero de niño,
la gente preocupada, trabaja.
Y yo,
escapaba a las orillas del río Rión,
y vagaba sin hacer nada.
Se enojaba mi madre:
"¡Chiquillo maldito!"
Mi padre me amenazaba con el cinturón.
Pero yo,
me ganaba tres rublos falsos
y jugaba con los soldados bajo las tapias.
Sin el peso de la camisa.
sin el peso de los botines,
daba vueltas
y me quemaba bajo el sol de Kutaís¹,
hasta que me daban puntadas al corazón.
El sol se asombraba:
"Apenas se ve
y también tiene corazón
se empeña el chiquillo."
¿Cómo es que cabe en este pedazo de un metro,
el río,
yo,
y las kilométricas cumbres?

1 Distrito donde nació el poeta.


* * *

3. Adolescente

La juventud tiene mil ocupaciones.
Estudiamos gramática hasta atontarnos.
A mí,
me echaron del quinto año,
y fui a apolillar a las cárceles de Moscú.
En nuestro pequeño mundo doméstico,
para las camas aparecen poetas de pelo rizado.
¿Qué saben estos líricos anémicos?
A mí, pues.
me enseñaron a amar en la cárcel.
¿Qué vale comparado con esto,
la tristeza del bosque de Boulogne?
¿Qué vale comparado con esto,
los suspiros ante un paisaje de mar?
Yo, pues,
me enamoré de la ventanilla de la cámara 103²,
de la "oficina de pompas fúnebres".³
Hay gente que mira al sol todos los días
y se enorgullece.
"N0 valen mucho sus rayos" -dicen.
Pero yo,
entonces,
por un rayito de sol amarillo,
reflejado sobre mi pared,
hubiera dado todo un mundo.

² Número de la cámara de la cárcel donde estuvo preso Mayacovski
durante un año.
³ El pueblo llamaba así a esa cárcel.

* * *
4. Mi universidad
¿Sabe francés,
restar,
multiplicar?
¡Declina maravillosamente!
¡Que decline!
Pero, oiga,
¿Acaso usted podría cantar en dúo,
con los edificios?
¿Usted acaso comprende
el idioma de los tranvías?
El hombre, a veces,
apenas sale del cascarón
y ya lleva libros bajo el brazo,
y cuadernos escritos.
Yo,
aprendí el alfabeto en los letreros,
hojeando páginas de estaño y hierro.
Los maestros,
toman la tierra,
la descarnan,
la destrozan,
y enseñan:
-Toda ella
no es más que un globo pequeño, redondo.
Pero yo,
con los codos aprendí geografía.
No en vano he dormido tanto sobre la tierra.
Los historiadores se atormentan con importantes preguntas:
-¿Era o no roja la barba de Barbarosa?
¡Que sea!
No me gusta meterme en las mentiras con telaraña.
Yo conozco de Moscú, cualquiera de sus historias.
Hablan de Dobroliúbov (para que lo odien)¹
pero su apellido está en contra,
protesta la familia.
Yo,
desde niño.
aprendí a odiar a los gordos,
a los que se venden por una comida.
Se sientan,
charlan,
y para gustarle a la dama,
hacen sonar sus pobres ideas
con sus frentes llenas de monedas.
Yo,
dialogaba sólo con los edificios,
y las tomas de agua, eran mis interlocutoras,
con la ventana del oído atento escuchando,
los techos oían lo que les arrojaba al oído.
Y luego,
de noche,
sobre una cosa
o la otra
nos pasábamos charlando,
moviendo la "sinhueso".

¹ Escritor ruso; su apellido significa literalmente,
bondad amorosa:es un juegfo de palabras de Mayacovski

* * *
5. Adulto

Los mayores tienen asuntos.
Los rubios tienen bolsillos.
¿Amar?
Por favor,
por cien rublos.
Y yo,
sin casa y sin techo,
las manzanas metidas en los bolsillos rotos,
vagaba asombrado.
Si es de noche,
se ponen los mejores trajes,
descansan el alma sobre viudas o casadas.
A mí
Moscú, me ahogaba de abrazos,
con sus anillos infinitos de plazas.
En los corazones,
suena el reloj de los amantes.
Se exaltan las parejas en el lecho de amor.
Y yo,
buscaba enloquecido,
el pulso salvaje de la ciudad
acostándome con "La Pasión" de sus plazas.¹
¡Entrad pasiones!
¡Trepáos con amor!
¡Desde hoy no soy dueño del corazón!
En los demás -yo sé-,
el corazón está en casa,
en el pecho,
lo sabe cualquiera.
Conmigo,
se volvió loca la anatomía,
soy todo corazón,
y palpita en todas partes.
¡Oh! Cuántas primaveras tuve
en veinte años encendidos y plenos.
El corazón tiene su apéndice,
y su carga sin gastar,
es simplemente insoportable.
Insoportable,
no para el verso,
de verdad.

¹"La Pasión" plaza de Moscú, hoy plaza Pushkin.

* * *

6. Lo que resultó
Más de lo que se puede,
más de lo que hace falta,
como si colgara de mí,
un delirio poético.
El apéndice del corazón creció agigantado.
Una mole de amor,
una mole de odio.
Debajo del peso -las piernas-, tambaleando se mueven.
Tú sabes,
yo estoy bien formado,
y sin embargo,
cargo el complemento del corazón,
encorvado de hombros,
y me hincho de leche de versos
y no puedo irme,
a donde,
total igual me lleno de nuevo.
Estoy lánguido de lirismo.
¡Oh nodriza del mundo,
hipérbole,
imagen de Maupassant!

* * *
7. Llamado
Lo levanté como un atleta
lo llevé como un acróbata,
como a los electores los llevan al mitin,
como en las aldeas llaman a rebato los días de incendio.
Yo llamaba:
" Aquí está,
aquí,
tomadlo".
Cuando esta mole gemía,
sin notar el polvo o el barro,
las damas se apartaban de mí como locas.
-"A nosotras, más chico.
A nosotras, algo así como un tango..."
No puedo llevarlo,
y cargo mi peso.
Quiero arrojarlo
-y sé-
no lo haré.
No resisten los arcos de mis costillas,
mi profundo jadeo.
El pecho rechina
bajo el empuje de mis pujos ardientes.

* * *

8. Tú

Entraste.
En serio miraste.
La estatura,
el bramido
sencillamente examinaste,
-un chiquillo.
Tomaste,
sacaste el corazón,
y sencillamente te fuiste con él a jugar,
como una niña juega con su pelota.
Y todas,
como si vieran milagros
exclamaron -damas y señoritas:
-¿A ese, amarlo?
Si se echa encima,
hace falta una domadora.
¡Debe ser de una jaula!"
Y yo, de júbilo
-perdí el yugo.
y de alegría,
olvidándome de mí mismo
saltaba,
-como en casamiento de indio-,
tan alegre, y bien me sentía.

* * *

9. Imposible

Solo no podré llevar el piano,
y menos aún la caja de hierro.
Si no fuera la caja,
y el piano,
mi corazón lo llevaría de vuelta.
"Los banqueros saben:
somos ricos sin límites,
nos faltan bolsillos-,
guardamos en la caja de hierro".
Mi amor, por ti,
es un tesoro,
y lo guardo en mi caja de hierro,
y como un Creso ando contento.
Y sólo cuando tengo muchas ganas,
saco una sonrisa,
o menos,
y emborrachándome con otros,
gasto a media noche,
unos quince rublos de lirismo en moneda.


* * *

10.Y así pasa conmigo
Las escuadras,
también acuden a las bahías.
El tren,
también se apresura hacia las estaciones.
Y yo, se comprende
-si yo te amo-
voy hacia ti
pues me atraes,
me enloqueces.
Como se apea "El caballero avaro" de Pushkin,
encantado hurgando su sótano,
así yo,
vuelvo hacia ti, amada,
con mi corazón encantado.
Y a casa vuelvo contento,
como ustedes vuelven
y se quitan la roña, lavándose y afeitándose.
Así vuelvo hacia ti.
¿Acaso,
yendo hacia ti no vuelvo a mi casa?
A los terrenales los recibe la tierra
-siempre volvemos a nuestros deseos.
Así yo,
hacia ti siempre me inclino,
apenas nos separamos,
nos vimos apenas.

* * *

11. Deducción

No acabarán el amor,
ni la riña,
ni la distancia.
Pensado,
probado,
verificado.
Levanto solemne
el verso de mil dedos-estrofas.
Juro, amo,
fiel y seguro.

* * * * *

AMO 2

Escrito en 1923, dedicado a Lili Brick
durante un encierro voluntario de dos meses
en su habitación de tres metros por dos de ancho.

Para ella y para mí

En este tema.
personal,
y modesto.
repetido y cantado
más de una vez.
yo giraba,
en calesita poética,
y vuelvo a girar sobre él.
Este tema,
ahora,
puede ser una plegaria a Buda,
y podría también afilar los cuchillos
de los negros, contra el patrón.
Si en el planeta Marte,
existe algún hombre de corazón,
también él,
ahora,
rezongará,
por la misma cuestión.
Este tema llegará,
y al lisiado,
lo tomará de los codos,
y le ordenará,
toma el papel,
y escribe.
Y el lisiado,
se apartará del papel con un grito desaforado.
Nada más que una canción,
son estos versos bajo el sol nublado.
Este tema llegará,
tocará el timbre en la cocina,
dará sus vueltas
y se disipará como el humo.
Hasta el gigante,
se rendirá ante él,
v se detendrá abrumado.
Este tema llegará,
y ordenará:
-¡La verdad!-
Este tema llegará,
y reclamará:
-¡La belleza!-
Dejen
que pase,
de mano en mano,
mientras ronronea un vals.
Este tema,
de paso sacudirá el alfabeto.
Nadie encontrará un tema más difícil.
Se vuelve la "A"
más inaccesible que el Kazbek¹.
Este tema enturbiará la razón,
y le quitará el sueño,
y el pan.
Este tema vendrá,
y con los siglos,
jamás se gastará,
únicamente dirá:
-Desde hoy fíjate únicamente en mí.
Y uno lo mira,
y avanza con un portaestandarte;
con un fuego de sedas escarlatas,
sobre la tierra embanderada.
Es un tema también,
lleno de picardía.
Pasarán los sucesos,
y desde el fondo de los instintos,
se preparará a dar un salto,
y como si enfureciese, nos condena:
atrévete a olvidarlo.
Este tema estremecerá,
y rendirá otras mil almas.
Este tema entró en mí irritado,
y ordenó:
entrégame el anzuelo de los días.
Me miró,
hizo una mueca en mi trajín cotidiano,
y como una tempestad,
apartó la gente,
y todos los demás problemas.
Este tema llegó,
borrando todos los otros,
y sólo,
y sin dividirse se apoderó de mí.
Este tema me ha puesto el cuchillo en la garganta
Martillando,
desde el corazón a la sien.
Este tema,
oscureció mis días en sombra.
Y el verso me ordena,
golpea como un tambor.
El nombre de este tema,
es...!

¹La montaña más alta del Cáucaso.

* * * * *

Balada de la cárcel de Reading

"Recuerdo, estuve de pie,
tenía ese brillo, y esto,
entonces se llamaba el Neva."
(El Hombre" de Mayacovski)
Balada de baladas
No es muy novedoso el compás de las baladas,
pero sí duelen las palabras,
de lo que les duele,
las palabras hablan,
entonces rejuvenece el compás de las baladas.
Fue en el cruce de Lubiánski¹
y Vodopiany ²,
El cuadro era éste.
Y este era el marco.
Ella está en la cama,
está acostada.
Él sentado,
y sobre la mesa el teléfono.
"Él y Ella",
esta es mi balada.
No soy muy novedoso.
Lo terrible es,
que "él",
soy yo,
y "ella",
es mía.
¿Qué tiene que ver la cárcel?
Es Navidad.
Están de fiesta, están de jarana.
Pero la ventanita de mi cuarto,
tiene rejas.
Eso no importa,
yo les digo,
es una cárcel.
Tengo una mesa,
sobre la mesa una pajita.
Los cables,
transmiten un
número.
Toqué apenas el tubo del teléfono,
y se me cayó el tubo de las manos.
Es de origen fabril,
dos agujas brillantes,
iluminan el teléfono.
Desde el cuarto vecino,
se oye la voz dormida:
-¿Quién es?
¿De dónde llaman?
El timbre arde de tanto chillar,
está candente el aparato,
y grita:
-¡Está enferma!
¡Está acostada!
¡Corre!
¡Rápido!
¡Es hora!

¹ Calle donde vivió el poeta.
² Idem.

* * * * *

Amor 3

Tal vez,
quizá,
alguna vez,
por el camino de una alameda del zoológico,
entrará también ella.
Ella,
ella también amaba a los animales,
y sonriendo llegará,
así como está,
en la foto de la mesa.
Ella es tan hermosa,
a ella con seguridad la resucitarán.
Vuestro siglo XXX
vencerá,
al corazón destrozado por las pequeñeces.
Ahora,
trataremos de terminar,
todo lo que no hemos podido amar en la vida,
en innumerables noches estrelladas.

¡Resucitádme,
aunque más no sea,
porque soy poeta,
y esperaba el futuro,
luchando contra las mezquindades de la vida cotidiana!
¡Resucitádme,
aunque más no sea por eso!
¡Resucitádme!
Quiero acabar de vivir lo mío,
mi vida
para que no exista un amor sirviente,
ni matrimonios, sucios,
concuspiscentes,
Maldiciendo la cama,
dejando el sofá,
alzaré por el mundo,
un amor universal.
Para que un día,
que el dolor degrada,
cambie,
y no implorar más,
mendigando,
y al primer llamado de:
¡Camarada!
se dé vuelta toda la tierra.
Para no vivir,
sacrificándose por una casa, por un agujero.
Para que la familia,
desde hoy,
cambie,
el padre,
sea por lo menos el Universo,
y la madre
sea por lo menos la Tierra.

De "Viajes de Ida y Vuelta" 1923

Paris, 1923
Conversando con la Torre Eiffel

París,
caminada por millones de pies,
gastada por miles de llantas.
Ando errante por tus calles,
solo, hasta el horror,
ni un rostro amigo,
hasta el horror,
ni un alma.
Alrededor mío,
los autos fantasean una danza.
Alrededor mío,
desde sus fauces de dragones-pescados y luises,
silba y cae el agua de las fuentes.
Llego a la plaza de la Concordia,
y espero a que venga a la cita,
cruzando la niebla,
surgiendo tras las casas apiladas,
la torre de Eiffel.
¡Chist...!
Torre,
más despacio,
que la pueden ver.
La luna, tema de guillotina,
asiste a nuestra cita.
Me acerqué a ella,
susurrándole en la radio-oreja.
He aquí lo que le digo:
-He hecho propaganda a los edificios y a las cosas.
Nosotros,
sólo esperamos su aprobación.
Torre,
¿quiere encabezar la insurrección?
Torre,
nosotros la elegimos jefe.
Usted,
modelo de genio y técnica,
no debe quedar aquí,
ocultando sus contornos Apollinarios¹.
No es para usted,
este lugar de podredumbre,
París de prostitutas,
la Bolsa,
y los "poetas".
Los Metró² están de acuerdo.
Los Metró están conmigo.
Ellos,
arrojarán al público,
de su embaldosados vientres.
Y la sangre nueva,
lavará las paredes,
de los afiches de polvo y perfume.
Ellas,
-las paredes-
están convencidas.
Ellas no quieren ser esclavas de los avisos lujosos,
ellas saben que les sienta mejor a la cara,
nuestros agudos carteles de lucha.
¡Torre!
¡No tenga miedo a las calles!
Si el Metró no suelta la gente,
la calle lo castigará con los rieles.
Yo levantaré el motín de los rieles.
¿Teme?
Los tractores vendrán en columnas,
nos defenderán.
Vendrá Rive-gauche en nuestra ayuda.
¡No tema!
Ya me puse de acuerdo con los puentes.
Vadear los ríos,
no es fácil.
Los puentes,
se levantarán de golpe,
movidos por el encono,
cerrando las entradas a la ciudad,
por todos los costados de París.
Al primer llamado,
se amotinarán los puentes,
arrojando a los peatones,
con su toros de piedra.
Se rebelarán todas las cosas,
las cosas,
ya no pueden soportar más,
este orden de cosas.
Pasarán quince años o veinte,
se ablandará el acero,
y las mismas cosas
se lo aseguro,
irán solas,
a venderse por las ferias de Montmartre.
¡Torre vamos!
Venga con nosotros.
Usted,
allá, en casa,
nos hace más falta.
¡Venga con nosotros!
La recibiremos,
con el brillo de nuestros aceros.
La recibiremos,
con más ternura que al primer amante amado.
¡Vamos a Moscú!
Torre,
allá tenemos más lugar.
Usted,
tendrá todas las calles que quiera.
Nosotros,
la cuidaremos,
cien veces al día,
lustraremos su acero y su cobre,
y quedará como el sol.
Deje,
que su ciudad-,
París de tontas pitucas,
París de bulevares abribocas,
acabe sola,
enterrada en el cementerio del Louvre,
con el vejestorio de su museo en los bosques de Boulogne.
¡Adelante!
¡Marche!
¡Marche con sus cuatro patas poderosas,
remachadas según lo planos de Eiffel,
para que en nuestro cielo,
asome tu frente de radio,
para que nuestras estrellas,
ante ti se avergüencen!
¡Decídase, torre!
Hoy se levantan todos,
removiendo a París,
desde la cabeza hasta los pies.
¡Vamos,
venga con nosotros a la URSS!
¡Venga, con nosotros!
Yo,
le conseguiré el pasaporte.

Escrito en el año 1922-1923 durante un viaje a Paris.
¹Viene de Guillaume Apollinaire. y no de Apolo, como figura en
una edición anterior por error de los correctores.
²Metropolitan. ...subterráneo de París.


* * * * *

Despedida

En el auto ya,
después de cambiar el último franco,
pregunto:
-¿A qué hora partimos hacia Marsella?
París,
corre,
despidiéndome,
con toda su extraordinaria belleza.
Sube a mis ojos,
la humedad de esta separaci6n.
Mi corazón,
de sentimentalismo se ablanda.
¡Yo quisiera vivir,
y morir en París,
si no existiera,
esa tierra,
que se llama Moscú!

Escrito en el año 1925 como último poema de una serie dedicada a
un viaje al extranjero.

* * * * *

¡A casa!

¡Pensamientos,
volad a casa!
Alma,
abrázate con las honduras del mar.
Aquél,
que todo lo ve constantemente claro,
ése,
a mi juicio,
es simplemente un tonto.
Yo estoy en el peor camarote,
de todos los camarotes,
Toda la noche,
encima mío,
golpean con los pies.
Toda la noche,
indignando la tranquilidad del cielo,
se agita el baile,
y gime la tonada:
"Mariquita,
Mariquita,
Mariquita mía,
por qué,
Mariquita,
ya no me quieres más..."
¿Y para qué tendré yo que querer a Mariquita?
Yo,
no tengo francos,
y a Mariquita,
con sólo un guiño,
y por cien francos,
te hace pasar al camarín.
Con poco dinero se arregla,
ella sólo vive para el "chic".
Pero algún intelectual,
moviendo algo su cabellera sucia,
le conseguirá una máquina de coser,
para coser,
la seda de sus versos.
Los proletarios,
vienen al comunismo,
desde abajo,
desde los bajos,
mineros,
de la hoz,
y el martillo.
Yo,
me arrojo del cielo poético al comunismo,
porque sin él,
no tengo amor.
Da lo mismo,
que yo mismo me deporte,
o me envíen al diablo.
Se oxida el acero de las palabras,
el cobre ennegrece con el tiempo.
¿Para qué debo pudrirme,
y oxidarme,
bajo estas lluvias extranjeras?
Estoy aquí,
en viaje entre las aguas,
con pereza,
pasa el tiempo,
casi no muevo los resortes de mi máquina.
Yo, en realidad,
me siento una fábrica soviética,
que elabora dicha.
No quiero,
que a mí,
como florcita,
me arranquen del campo
después de horas de penosa labor.
Yo quiero,
que sude el gobierno en debates,
dándome encargo para un año.
Yo quiero,
que el Tiempo,
mi comisario,
ordene mi mente.
Yo quiero,
que más que un sueldo de especialista,
me entreguen el aplauso del corazón.
Yo quiero,
que al fin del trabajo,
el consejo de fábrica,
regule mi razón.
Yo quiero,
que la pluma,
se equipare a la bayoneta,
que del trabajo de hacer versos,
como de la producción del hierro y acero,
haga informes en el Ejecutivo,
el camarada Stalin
diciendo:
Hemos superado el nivel,
de las más altas normas para hacer versos,
sobrepasando,
la producción de anteguerra,
en todas las Repúblicas de la Unión Soviética.

Escrito en el año 1925, en viaje de regreso de Nueva York a Moscú.

* * * * *

A plena voz

Introducción a un gran poema sobre el plan quinquenal que dejó
inconcluso. Existe un esbozo a una segunda introducción, también
inconclusa.

Primera introducción al poema:

¡Respetables,
camaradas herederos!
Revolviendo,
la m... endurecida de hoy,
estudiando nuestros días de niebla,
ustedes,
tal vez preguntarán por mí,
y tal vez,
vuestro sabio dirá
con alarde de erudición,
hurgando en los problemas de hoy:
dicen,
que una vez vivió,
un cantor del agua hervida,
enemigo rabioso del agua cruda.
Profesor,
quítese los lentes-bicicletas.
Yo mismo,
hablaré de mi tiempo,
y de mí.
Yo,
saneador tempestuoso de la revolución,
movilizado y por vocación,
me fui al frente,
dejando los jardines señoriales de la poesía,
mujer caprichosa
Dicen, cantan;
"Yo planté mi jardincito,
la hijita,
la casita,
el agua tranquilita,
sola hice el jardincito,
sola lo he de regar."
Quien los versos,
riega en regadera,
quien gotea rimas con la boca,
de Mariquitas y matronas,
¿Quién demonios los entiende?
No dan tregua a los suspiros,
mandolinan tras la reja:
"Tara-tina, tara-tina,
ten..."
Muy poco honor,
para que yo levante entre estas rosas,
mis angustiosos sueños,
por la calle donde escupe la tuberculosis,
donde el reo y la sífilis...
Al Agitprop¹,
l0 tengo entre los labios,
y podría hacer romances a medida,
más fácil y pagan mejor.
Pero yo,
me contenía,
pisando la garganta
de mi propia canción.
¡Escuchen!
camaradas herederos,
al agitador
y caudillo vocinglero,
apagador de las charlas poetizantes.
Yo pasaré,
por encima de los líricos tomitos,
hablando frente a frente,
como si estuviese vivo.
Yo no vendré,
al comunismo lejano,
como los trinos cantores de Esénin
Mi verso llegará,
a través de la cumbre de los siglos,
por encima de cabezas,
poetas y gobiernos.
Mi verso no llegará,
no,
como llega la flecha lírica amorosa.,
no,
como llega al numismata,
una moneda gastada,
ni como llega la luz,
de las estrellas muertas.
Mi verso,
ciclópeo,
romperá,
la mole de los años,
como llegó,
a nuestros días,
visible,
grosero,
palpable,
el acueducto de Roma,
por los esclavos hecho.
Entre pilas de libros,
entre versos enterrados,
al descubrir por casualidad,
el hierro de mis estrofas,
ustedes, con respeto,
las palparán
como viejas armas,
pero aun temibles.
Yo,
con la palabra,
no acostumbro a acariciar el oído.
Las orejitas de señoritas de rulito y buclecito,
yo no las tocaré,
yo, el de amores desbordantes.
Desplegaré
mis páginas,
en desfile,
como tropas,
y pasaré
por mi frente firmemente.
Mi verso,
está de pie,
con peso de plomo,
espera la muerte,
o la vida eterna de la gloria.
Los poemas están inmóviles,
con sus cañones,
apuntando con sus titulares deslumbrantes.
La agudeza de mi verso,
con la agilidad de la caballería,
el arma preferida de la gente,
está inmóvil,
con las rimas sublevadas,
y sus lanzas afiladas,
dispuesta a partir al galope.
Y todos mis ejércitos,
armados hasta los dientes,
que veinte años combatieron,
y en victorias han volado,-
hasta mi última página,
te la entrego a ti,
planeta proletario.
La clase, enemiga del obrero,
es mi enemiga,
implacable,
profunda
y hace tiempo.
nos mandaron ir
bajo la enseña roja,
años de trabajo,
y días de hambre.
Pero nosotros,
abrimos de Marx
cada volumen,
como en nuestras casas,
se abren las ventanas,
y sin leerlos
sabíamos a dónde ir,
y en qué frente combatir.
La dialéctica,
nosotros,
no la estudiábamos por Hegel.
Con estruendo de combate,
entraba ella en nuestros versos,
cuando bajo las balas,
bufan de nosotros los burgueses,
como nosotros,
antes huíamos de ellos.
Dejen,
que tras los genios,
en marcha fúnebre,
marche la gloria,
viuda inconsolable.
¡Muera mi verso,
muera como soldado anónimo,
en la tempestad de nuestros días!
Escupo yo,
a todos los bronces monumentos
escupo yo,
al mármol panegírico.
Ya arreglaremos,
nuestras cuentas con la gloria,
-entre nosotros,-
si somos hermanos.
Dejen,
que el socialismo sea,
construido en los combates,
el monumento,
que mejor nosotros merecemos.
Herederos,
corrijan,
del diccionario algunas palabras.
Al río del olvido irán,
los restos de aquellas como:
"prostitución",
"tuberculosis",
y "bloqueo".

Para ustedes,
que son sanos y ágiles,
el poeta,
pintaba con esputos de tisis,
el tosco color de los carteles.
Con la cola de los años,
me vuelvo semejante,
a los monstruos cuaternarios,
descubiertos bajo tierra.
¡Camarada vida,
a ver,
más rápido,
marchemos,
marchemos por el resto del quinquenio!
A mí,
los versos no me acumularon rublos,
no enviaron
los muebleros,
a mi casa,
muebles de caoba.
Y más,
que una camisa limpia y fresca,
les diré,
sinceramente,
no me hace falta nada.
Ante el C. C.²,
de los años,
preclaros venideros,
por encima de una banda,
de vividores y fulleros,
yo levantaré,
como carnet bolcheviquista,
todos,
los cien tomos,
de mis libros partidistas³.

¹ Agitación y propaganda
² Comité Central.
³ Maiacovski ingresó al Partido Bolchevique en el año 1908. Después
de tres años de activa vigilancia y prisiones dejó su carnet para hacer
"arte socialista". En el año 1930, el 25 de marzo, en la casa de la
Juventud Comunista de Krasno Présnaia habló sobre "Mis veinte años
de labor". Entre las preguntas y respuestas que siguieron a su disertación
hay algunas que aclaran su posición;
UNA VOZ. -Camarada Maiacovski, ¿por qué estuvo en la cárcel?

* * * * *

Sin terminar

Este fragmento sin terminar de la segunda Introducción de carácter
lírico a un gran poema de Mayacovski proyectado sobre el plan
quinquenal, fue anotado mientras escribía "A plena voz" que debió
ser la primera Introducción.
Señalamos una similitud entre algunas de las estrofas con su carta
de despedida. En una dice: "estoy a mano con la vida", y en otra,
"estoy a mano contigo". Inédito en castellano.
Esta Introducción lírica está dedicada a Lila Brik.

Yo conozco el poder de la palabra,
yo conozco su llamado poderoso.
Hay palabras,
que levantan a los seres de las tumbas,
y marchan solas,
sobre sus cuatro patas.
A menudo,
hay palabras que se pierden
se tiran,
no se imprimen,
no se publican.
Pero la palabra corre,
ajustando sus tiradores,
resonando en los siglos,
y se acercan los trenes arrastrándose
lamiendo,
las manos callosas de la poesía.
Yo conozco el poder de las palabra,
más que muchos,
más que un pétalo caído,
bajo el pie de la danza.
Pero el hombre,
entrega el alma,
los labios,
entrega todo su esqueleto...
1- Me ama;
mucho, poquito,
o no me ama...
Me rompo las manos,
apretando los dedos,
y arrojo al aire los dedos rotos.
Así se rompen o arrojan,
los pétalos de las margaritas,
cuando se adivina el amor en el mes de mayo.
Dejad que al rasurarme,
se descubra el pelo plateado de los años.
Espero,
creo:
en los siglos de los siglos jamás me llegará
el día vergonzoso de mi sano juicio.
2-Ya son las dos.
Tal vez ya estás acostada.
En la noche,
la Vía Láctea,
hace su camino de plata.
No te apuro,
con telegramas urgentes,
no tengo por qué,
despertarte ya,
ni molestarte.
Como se dice,
el "incidente" ha terminado.
La barca del amor,
se ha estrellado,
contra la vida cotidiana.
Estoy a mano contigo.
No hay por qué enumerar,
nuestros dolores recíprocos,
desgracias,
ofensas.
¡Mira el universo,
qué silencio!
La noche,
ha cubierto el cielo,
con su mensaje de estrellas.
En horas como ésta,
uno se levanta y habla,
a los siglos,
a la historia,
al mundo.
3- Ya son las dos...
tal vez ya estás acostada,
o tal vez,
tú también estás así como yo...
No te apuro ya,
con telegramas urgentes,
no tengo por qué,
despertarte ya,
ni molestarte...

MAYACOVSKI. -Por pertenecer al Partido Comunista, pero eso fue
hace mucho.
UNA VOZ. -¿Es usted afiliado al Partido Comunista?
MAYACOVSKI. -No, no soy miembro del Partido Comunista.
UNA VOZ. -Es lamentable.
MAYACOVSKI. -Yo no le considero lamentable.
UNA VOZ. -¿Por qué?
MAYACOVSKI. -Porque, en la vida fui adquiriendo una serie de costumbres
que no se concilian con el trabajo organizativo. Tal vez, sea un prejuicio salvaje, pero tuve que luchar de manera tan encarnizada, me han combatido tanto.
Hoy ustedes me llaman"su poeta" pero hace nueve años todas las editoriales
se negaron a publicarme "Misterio bufo" y el jefe de la Editorial del Estado
me dijo: "Yo estoy orgulloso de no publicar semejante porquería...
Yo no me separo del Partido y me considero obligado a cumplir todas las
resoluciones del Partido Bolchevique, aunque no tengo el carnet del Partido."


Otros poemas:

Carta de Maiacovski del 12 de abril de 1930, dos días antes de morir

"A todos"
De mi muerte, no se culpe a nadie, y por favor, sin comentarios.
Al difunto le molestaban enormemente.
Mamá, hermanas, camaradas, perdonadme, -no es un método-
(no se lo aconsejo a nadie), pero no tengo otra salida.
Lila, ámame.
Camarada Gobierno: mi familia se compone de Lila Brick, mamá,
mis hermanas y Verónica Vitóldovna Polónskaia.(1)
Si les haces la vida soportable, gracias.
Envíen los versos sin terminar a los Brick. Ellos sabrán descifrarlos.
Como se dice,
el "incidente" ha terminado,
"la barca del amor,
se estrelló contra la vida cotidiana":
Estoy a mano con la vida,
y es inútil recordar,
dolores,
desgracias,
y ofensas recíprocas.
Sigan felices.
Vladimiro Mayacovski
12-4-1930

(1) Actriz casada que vivió el último año con Mayacovski pero que no quiso abandonar a su marido.


El amor le es dado a cualquiera...


El amor le es dado a cualquiera
pero...
entre el empleo,
el dinero y lo demás,
día tras día
se endurece el subsuelo del corazón.


Verlaine y Cezánne


Yo choco, a cada rato,
con el borde de la mesa o del estante,
midiendo con mis pasos, todos los días,
los cuatro metros de mi cuarto.
Me resulta estrecho todo esto del hotel Istria,
en este rincón, de la calle Campagne-Premiere.
Me oprime, la vida de París.
Eso de echar la angustia, por los bulevares,
no es para nosotros.
A la derecha, tengo el Boulevard Montparnesse,
a la izquierda, el Boulevard Raspall.
Camino y camino sin mezquinar las suelas,
camino de día y de noche,
como un poeta standard,
hasta que ante mis ojos,
se alzan los fantasmas.(...)
Fuente:  http://amediavoz.com/maiacovski.htm#10.Y así pasa conmigo