"Sólo sé que no sé nada" Sócrates. Aprende a interrogar razonablemente, a escuchar con atención, a responder serenamente y a callar cuando no tengas nada que decir. Cuando esto aprendas estarás andando por la senda de la sabiduría.

martes, 29 de mayo de 2018

Estudiosos: San Agustín en su estudio de Botticelli


Esta célebre pintura fue realizada  por el egregio pintor italiano Sandro Botticelli, en 1480, es de estilo renacentista y su autor empleó la técnica del fresco. Mide 2,00 x 1,20 m


Se encuentra en la pared central de la iglesia de Ognissanti, Florencia, Italia, al lado de la puerta que conduce al coro.

El escudo de armas visible en la parte superior, en el centro del arquitrabe, es el de la familia Vespucci, por lo que se supone que la pintura fue un encargo del padre de Amerigo Vespucci. Esta obra proporcionó renombre a Sandro Botticelli.

Los Umiliati, a quienes pertenece la iglesia de Ognissanti, adoptaron la regla de san Benito, que daba gran importancia al estudio. Por eso encargaron la representación de dos santos vinculados tradicionalmente al estudio: San Agustín y San Jerónimo. San Agustín fue pintado por Botticelli, mientras que San Jerónimo fue ejecutado por Domenico Ghirlandaio con una ambientación análoga. No obstante, la obra de Ghirlandaio es más convencional, mientras que la de Botticelli representa al santo filósofo como un hombre de pensamiento renacentista.

Se representa a san Agusrín meditando dentro de su gabinete o estudio. Es un tema conocido dentro de la iconografía cristiana. El santo está rodeado de libros e instrumentos de medición, así como una esfera armilarEn astronomía, una esfera armilar, conocida también con el nombre de astrolabio esférico, es un modelo de la esfera celeste utilizada para mostrar el movimiento aparente de las estrellas alrededor de la Tierra (teoría geocéntrica) o del Sol (Teoría heliocéntrica). La esfera armilar fue inventada por Eratóstenes alrededor del 255 A.C. El nombre procede del latín armilla (círculo, brazalete), dado que el instrumento está construido sobre un esqueleto de círculos graduados mostrando el ecuador, la eclíptica y los meridianos y paralelos y astronómicos. 

En la pintura de Botticelli a la que nos estamos refiriendo, también se observa entre los libros una mitra, dignidad de un obispo o de un arzobispo. Hay también un reloj que marca la hora anterior a la puesta de sol, lo que indica que se estaría representando un relato de una epístola atribuida a este santo, en la que Botticelli cuenta que a esa hora

"fue investido por la luz y oyó la voz de Jerónimo; sólo después supo que el santo se estaba muriendo".

Esta representación del santo recuerda más bien a prototipos de la Antigüedad. Así, es un hombre de constitución fuerte enmarcado en una composición arquitectónica y unos muebles que evocan la Antigüedad clásica.

Hay un detalle de humor inesperado en esta obra. Las líneas en el libro encima de la cabeza del santo carecen casi de sentido. Sí que puede leerse una rima jocosa entre las figuras geométricas: Dov'è Frate Martino? È scappato. E dov'è andato? È fuor dalla Porta al Prato ("¿Dónde está fray Martino? Escapó. ¿Y dónde fue? Fuera de la Porta al Prato"), probablemente en referencia a las escapadas de uno de los monjes del convento de la iglesia.

Destaca la expresión de san Agustín de profundo pensamiento y penetrante sutileza que caracterizan a las personas sabias continuamente sumidas en el examen de cuestiones difíciles y abstrusas.

Con esta pintura Sandro Botticelli ganó renombre y fama y fue empleado por el gremio de Porta Santa María para hacer la Coronación de la Virgen para San Marcos, con un coro de ángeles y ejecutó este encargo admirablemente.

Con el mismo tema hay otra obra,  con el mismo nombre, esta que mostramos a continuación:

pintada una década más tarde, y que se conserva en la Galería de los Uffizi, versión al temple sobre tabla, de 41 x 27 cm, terminada entre 1490 y 1495. Según algunos historiadores de arte, se pintó para el convento de la iglesia de Santo Spirito.

domingo, 27 de mayo de 2018

Sobre el deber

FRAGMENTO DEL DIÁLOGO ENTRE SÒCRATES Y CRITÓN, SEGÚN PLATÓN

Sócrates.—Diremos que de ninguna manera hay que faltar voluntariamente a la justicia, o habrá maneras y maneras? O bien, ¿en manera alguna será ni bueno ni bello contravenir a la justicia? O ¿es que nuestras anteriores convicciones se han volatizado en pocos días, después de tanto tiempo y con tanta edad encima y tras tantas y tan laboriosas discusiones, nos olvidamos de todo con desmemoria de chiquillos? O ¿no serán las cosas más bien y exactamente como anteriormente nos las dijimos, convengan o no convengan en ello los más, y hayamos de pasar por cosas más duras de llevar o más llevaderas que las presentes, de modo que en todos los casos quebrantar la justicia sea para el que a ella faltare malo y vergonzoso? ¿Lo diremos así o no?

Critón.—Lo diremos.

Sócrates.—Así que en manera alguna hay que faltar a la justicia.

Critón.—No por cierto.

Sócrates.—Ni hay que devolver injusticia por injusticia, como piensan los más, puesto que en manera alguna hay que faltar a la justicia.

Critón.—Parece que no.
Sócrates.—Pero ¿qué dices a esto, Critón: hay que hacer el mal o no?

Critón.—No. Sócrates, no hay que hacerlo jamás.

Sócrates.—Y ¿qué dices a estotro: devolver mal por mal, es, como creen los más, justo o no lo es?

Critón.—No lo es en modo alguno.

Sócrates.—Y no lo es porque en nada se diferencia hacer mal y faltar a la justicia.

Critón.—Dices verdad.

Sócrates.— Así que según esto, no hay que devolver injusticia por injusticia, ni hacer mal a nadie, sea cual fuere el mal que uno reciba. Y mira, Critón, que, al convenir en esto, no admitas algo contra tus convicciones, pues sé muy bien que a muy pocos parecen y parecerán así tales cosas, y que no hay manera de poner de acuerdo a los que les parecen así y a los que no les parece lo mismo; más aún, se desprecian por necesidad mutuamente, viendo los unos las opiniones de los otros.
...En modo ni manera alguna es correcto ser injusto, ni aún serlo con quien lo fue, ni por haber sufrido un mal, defenderse haciendo por contrapartida otro mal.