"Sólo sé que no sé nada" Sócrates. Aprende a interrogar razonablemente, a escuchar con atención, a responder serenamente y a callar cuando no tengas nada que decir. Cuando esto aprendas estarás andando por la senda de la sabiduría.

miércoles, 14 de octubre de 2015

REFLEXIONES

       HOY QUIERO REGALARTE

Hoy quiero regalarte mi sincera amistad para que cuando tu alma añore un Amigo, sin pensarlo me busques y pueda estar a tu lado.

Hoy quiero regalarte mis mejores sonrisas para que cuando tus lágrimas escurran tras la cascada de tu mejilla en un día gris sean mis risas las que iluminen tus tristezas.

Hoy quiero regalarte mis grandes sueños para que cuando en tu mente exista un vacío sean aquellos bosques cubiertos de invierno los que atrapen la atención de tu pensamiento.

Hoy quiero regalarte la fuerza de mis manos para que cuando tus tobillos se cansen mis hombros te sirvan de fuerza al andar.

Hoy quiero regalarte la suavidad de una caricia para que cuando tu cuerpo sienta frío sean mi hoguera el calor que te arrulle.

Hoy quiero regalarte una rosa roja para que cuando cariño extrañe tu mano sea un pétalo la fuente que te acaricie.

Hoy quiero regalarte un ramo de abrazos para que cuando los tropiezos te dificulten el andar sean mis ánimos una esperanza que te ayuden a continuar.

Hoy quiero regalarte una estrella joven para que cada cada vez que el sol descanse sea esa fiel luz la que te acompañe.

Hoy quiero regalarte un pedacito de humildad para que cuando los éxitos engrandezcan tu persona sea la sabiduría el aire mágico que te hagan valorar lo que otros desprecian al llegar a una nueva orilla.

Hoy quiero regalarte el silencio de mis labios para que cuando tu voz necesite ser escuchada sean mi atención y mi apoyo el horizonte que alberguen tus palabras ahogadas...

Hoy quiero regalarte mi cariño sincero para que cuando sientas que nadie te acompaña recuerdes que en paisajes verdes o valles áridos mi pensamiento siempre te lleva de la mano.

Hoy quiero regalarte un abrazo inmenso para que cuando necesites sentir tus fuerzas sean mis manos el puerto de tus emociones.

Hoy quiero regalarte también un par de lágrimas para que se alberguen entre tu alma y corazón así si algún segundo la soberbia daña tu andar sea una muestra de sensibilidad ajena la que te ayude a no cometer injusticias.

Hoy quiero desearte que la felicidad te bañe todos los días y compartas tus alegrías con los seres que amas para que cuando creas caminar en la soledad, mil angelitos resguarden tu mirada.

Hoy quiero regalarte algo no valioso en dinero porque el oro mata los valores y los sentimientos, quiero que lo que hoy te brindo en tus manos sea tan tuyo que solo tu corazón pueda escucharlo...

Hoy quiero decirte frases llenas de palabras únicas hoy quiero ser diferente a todo el mundo y que en mis pensamientos que te obsequio al cerrar tus ojos, tu corazón mire a través de tu ternura.

Hoy quiero regalarte un beso tierno que transforme tus miradas en luceros mientras el tiempo con tus sueños baila.

Hoy quiero poner una sonrisa en tus labios para que tu corazón respire con tus emociones y sean tus labios un mar que estremezcan cualquier playa.

Hoy quiero mirar tus ojos a través del cielo para que con el susurro del viento este pensamiento al oído te cante.

Hoy quiero escuchar la melodía de tus ojos para que cuando tus cabellos acaricien tu espalda sea tu alma una fortaleza de tu delicadeza.

Hoy quiero obsequiarte lo más bello que puedas recibir; mientras transformas estas líneas en un espejo donde la ternura que aquí encuentres, donde la belleza que aquí nazca simplemente esté con tu mirada sonriendo.


MI PERRO FIEL
Una pareja de jóvenes tenía varios años de casados y nunca pudieron tener un hijo.
Para no sentirse solos compraron un cachorro y lo amaron como si fuera su propio hijo. El cachorro creció hasta convertirse en un grande y hermoso ejemplar. El perro los salvó en más de una ocasión de ser atacados por ladrones.
Siempre fue muy fiel, quería y defendía a sus dueños contra cualquier peligro.
Luego de siete años de tener el perro, la pareja logró tener el hijo tan ansiado. La pareja estaba muy contenta con su nuevo hijo y disminuyeron las atenciones que tenían con el perro, Éste se sintió relegado y comenzó a sentir celos del bebé; ya no era el perro cariñoso y fiel que tuvieron durante siete años.
Un día la pareja dejó al bebé plácidamente dormido en la cuna y subieron a la terraza a preparar una carne asada. Cual no fue la sorpresa cuando se dirigían al cuarto del bebé y ven al perro en el pasillo con la boca ensangrentada, moviéndoles la cola. El dueño del perro pensó lo peor y sacó el arma que llevaba y en el acto mató al perro.
Corre luego al cuarto del bebé y encuentra una gran serpiente degollada. El dueño comienza a llorar y exclamar:
¡He matado a mi perro fiel!.
Cuántas veces hemos juzgado a las personas, lo que es peor, condenamos sin investigar a qué se debe su comportamiento. Muchas veces las cosas no son tan malas como parecen, sino todo lo contrario.
La próxima vez que nos sintamos tentados a juzgar y condenar a alguien, recordemos la historia del perro fiel.
Aprenderemos a no levantar falsedades contra una persona, hasta el punto de dañar su imagen ante los demás. Debemos darnos cuenta que los sentimientos de las personas son frágiles y fáciles de dañar, pero difíciles de sanar.


   MEDIA COBIJA

Don José era ya anciano
cuando murió su esposa.
Durante varios años había trabajado
con ahinco para sacar adelante a su
familia.
Su mayor deseo era ver a su hijo
 convertido en un hombre de bien,
 respetado por los demás,
ya que para lograrlo
 dedicó su vida y su escasa fortuna.
A los setenta años, Don José se
encontraba sin fuerzas, sin esperanzas,
solo y lleno de recuerdos.
Esperaba que su hijo, 
ahora brillante profesional, le ofreciera su apoyo y comprensión, pero veía pasar los días sin que este apareciera y decidió, por
primera vez un su  vida, pedirle un favor.
Don José tocó la puerta de la casa
 donde vivía el hijo con su familia.
-¡Hola papá, qué milagro que
 vienes por aquí!
-Ya sabes que no me gusta
 molestarte, pero me siento muy solo;
 además estoy cansado y viejo.
-Pues a nosotros nos da mucho gusto 
que vengas a visitarnos ya sabes que esta es tu casa.
-Gracias hijo, sabía que podía contar
contigo, pero temía ser un estorbo.
-¿Entonces, no te molestaría que me
quedara a vivir con ustedes?
¡Me siento tan solo!
-¿Quedarte a vivir aqui?
Sí... claro...pero no sé si estarías
 a gusto. Tu sabes, la casa es pequeña...mi esposa es
muy especial...y luego los niños...
-Mira, hijo, si te causo muchas
molestias olvídalo. No te preocupes por mí, alguien me tenderá la mano.
-No papá, no es eso. Solo que...no se me ocurre donde podrías dormir.
 No puedo sacar a nadie de su cuarto,
mis hijos no me lo perdonarían...
a menos que no te moleste...
-¿Qué hijo?
-Dormir en el patio...
-Dormir en el patio, está bien.
El hijo de Don José llamó
a su hijo de doce años.
-Dime papá.
-Mira, hijo, tu abuelo se quedará a
vivir con nosotros. Traele una cobija para que se arrope en la noche.
-Si, con gusto...¿y donde va a dormir?
-En el patio, no quiere que nos
incomodemos por su culpa. 
Luis subió por la cobija, tomo unas tijeras y la cortó en dos.
En ese momento llegó su padre.
-¿Que haces Luis? ¿Por qué cortas
la cobija de tu abuelo?
-Sabes papá, estaba pensando...
-¿Pensando en qué?
-En guardar la mitad de la cobija
para cuando tú seas ya viejo y vayas a vivir a mi casa.

LA SIEMBRA

LAS TRES REJAS

El joven discípulo de un sabio filósofo llega a casa de éste y le dice:
-Oye, maestro, un amigo tuyo estuvo hablando de ti con malevolencia...
-¡Espera! lo interrumpe el filósofo-. ¿Ya has hecho pasar por las tres rejas lo que vas a contarme?
-¿Las tres rejas?
-Sí. La primera es la verdad. ¿Estás seguro de que lo que quieres decirme es absolutamente cierto?
-No. Lo oí comentar a unos vecinos.
-Al menos lo habrás hecho pasar por la segunda reja, que es la bondad. Eso que deseas decirme, ¿es bueno para alguien?
-No, en realidad no. Al contrario...
-¡Ah, vaya! La última reja es la necesidad. ¿Es necesario hacerme saber eso que tanto te inquieta?
-A decir verdad, no.
-Entonces -dijo el sabio sonriendo-, si no es verdadero, ni bueno, ni necesario, enterrémoslo en el olvido.
 LOS PUENTES
Los puentes son como las personas, cuya importancia se valora cuando ya no están,
o cuando están rotos y no se los puede usar.......
Existe una cantidad impresionante de puentes:
Cortos y largos, anchos y estrechos, seguros e inseguros, caros y económicos.....
Todos tienen sin embargo, algo en común: Sirven para unir dos orillas......
Atravesándolos, uno siente que, de algún modo, lleva un mensaje al otro lado......
También las personas estamos llamadas a ser puentes, para facilitar el encuentro, 
para superar aflicciones, para estimular el perdón......
Hacer de puente a veces cuesta, pero cuando da resultado, la gratificación es grande......
Quiero ser para ti como un puente sobre el río...
Del lado de acá está tu hoy...
Del lado de allá tu mañana...
Entre ambos lados, se encuentra el río de la vida, a veces sereno, a veces turbulento, a veces traicionero y a veces profundo y revuelto...
Es necesario atravesarlo...... 
No soy Dios ni pretendo jugar a serlo.
Sólo Él puede llevarte con seguridad al otro lado...
Pero yo quiero ser el puente que te haga más fácil la travesía...
Si crees que no es bueno pasar sólo, usa mis hombros...
Si me balanceara, no tengas temor...
Dios me ha colocado en tu camino para ayudarte  a cruzar el río...
No dudes en utilizarme, y cuando llegues, déjame, si quieres...
Sólo te pediría que, una vez al otro lado, no me insultes, no me ofendas, si no quieres agradecérmelo, sigue en silencio...
Si, me entiendes bien, déjame donde estoy. Otros han pasado por medio de mi, igual como tu pasaron...
Pero quiero que continúes tu marcha...
Hoy soy tu puente para muchas travesías de la vida, pero aún tengo otro nombre...
Soy un puente llamado Amistad...


              COLECCIONISTA DE INSULTOS

Cerca de Tokio vivía un gran samurai, ya anciano, que se dedicaba a enseñar el budismo zen a los jóvenes.

A pesar de su edad, corría la leyenda de que era capaz de vencer a cualquier adversario.

Cierto día un guerrero conocido por su total falta de escrúpulos pasó por la casa del viejo. Era famoso por utilizar la técnica de la provocación: esperaba que el adversario hiciera su primer movimiento, y, gracias a su inteligencia privilegiada para captar los errores, contraatacaba con velocidad fulminante.

El joven e impaciente guerrero jamás había perdido una batalla.
Conociendo la reputación del viejo samurai, estaba allí para derrotarlo y aumentar aún más su fama.

Los estudiantes de zen que se encontraban presentes se manifestaron contra la idea, pero el anciano aceptó el desafío.
Entonces fueron todos a la plaza de la ciudad, donde el joven empezó a provocar al viejo:
Arrojó algunas piedras en su dirección, lo escupió en la cara y le gritó todos los insultos conocidos, ofendiendo incluso a sus ancestros.
Durante varias horas hizo todo lo posible para sacarlo de sus casillas, pero el viejo permaneció impasible. Al final de la tarde, ya exhausto y humillado, el joven guerrero se retiró de la plaza.

Decepcionados por el hecho de que su maestro aceptara tantos insultos y provocaciones, los alumnos le preguntaron:

-¿Cómo ha podido soportar tanta indignidad? ¿Por qué no usó su espada, aun sabiendo que podría perder la lucha, en vez de mostrarse como un cobarde ante todos nosotros?

El viejo samurai repuso:

-Si alguien se acerca a ti con un regalo y no lo aceptas, ¿a quién le pertenece el regalo?
-Por supuesto, a quien intentó entregarlo -respondió uno de los discípulos.

-Pues lo mismo vale para la envidia, la rabia y los insultos añadió el maestro-. Cuando no son aceptados, continúan perteneciendo a quien los cargaba consigo.

En el día a día se presentan numerosas y variadas situaciones para aplicar las enseñanzas del maestro samurai...


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